Los más pequeños de la casa prefieren montar en bicicleta y jugar con los amigos antes que estar frente a una tablet, aunque esta sea su herramienta digital preferida. Pero bien es cierto que desde una edad muy temprana los niños entran en contacto con una gran variedad de dispositivos conectados a internet que incluyen aplicaciones y juegos. Algo que los padres no ven con malos ojos pues entienden que forman parte de su desarrollo, que son necesarias para su futuro y que les permite jugar, relajarse y aprender.
Las nuevas tecnologías forman parte de la vida de los niños hasta el punto que «ellos ven estas herramientas como algo natural», explica la profesora de Psicología de la Universidad Autónoma de Madrid Marta Morgade. Es una de las investigadoras que ha realizado un estudio pionero en España sobre cómo usan los niños de 6 a 8 años los nuevos dispositivos digitales e internet (Los niños pequeños (0-8) y la tecnología digital). En la elaboración de este informe también han participado investigadores de la Universidad Autónoma de Barcelona y está siendo coordinado por el centro de investigación Joint Research Center de Unión Europea en 19 países vecinos.
Los temores de los padres
Una de sus principales conclusiones de este estudio, que a nivel español se presentó ayer en Madrid, revela la gran preocupación de los padres por orientar a sus hijos a esas edades en hacer un uso responsable del mundo digital, conscientes de que cuando lleguen a la adolescencia entrarán de lleno en las redes sociales y en las TIC. «Los padres —cuenta esta investigadora— saben que las nuevas tecnologías son parte importante del desarrollo de los niños. Las ven como algo positivo y necesario para el futuro pero con temores. No solo se plantean si pasan muchas horas delante de la pantalla y puede perjudicar su visión. Demandan estrategias y recursos para mostrar y enseñar a sus hijos un uso correcto de las TIC antes de que alcancen la adolescencia, cuando podrán acceder a contenidos inapropiados, violencia… y en esa época ya no valdrá ni el control parental ni quitar la Wi-Fi. Se preguntan qué pueden hacer ahora, cuando los niños tienen 6, 7 u 8 años, para orientarles en prácticas que influyan en años posteriores, para que en la adolescencia utilicen los dispositivos digitales de forma adecuada». Sin embargo, uno de los datos más llamativos de la investigación reveló que mantener la privacidad en internet no es una de las preocupaciones de los progenitores ni de los niños.
De 6 a 8 años los pequeños utilizan las nuevas tecnologías como ocio, juego y entretenimiento. Y aunque exista el mito de que están enganchados a ellas, el estudio revela todo lo contrario. Las TIC no están entre las primeras preferencias de los más pequeños de la casa. Antes desean jugar con los amigos o con juguetes en su habitación. «Prefieren una bicicleta a una tablet —afirma la profesora Morgade—. Tienen una agenda completa de actividades de lunes a viernes y solo utilizan la tablet en algunos momentos para jugar. Los mayores usos se dan cuando hace mal tiempo, el fin de semana, o cuando no tienen otra cosa que hacer».
También acceden a internet en busca de información bien para algún trabajo del colegio o sobre algún asunto que les despierta mucho interés (juegos de magia, cocina, mascotas…). Y el canal que más utilizan es Youtube. Claro que controlados por los padres: bien restringiendo el acceso online a los dispositivos o vigilando de cerca lo que hacen los niños.
Apenas usan el ordenador y el móvil, las tablets son la herramienta digital preferida por los niños españoles. Por su tamaño, más grande que un teléfono móvil; por su comodidad, que les permite usarlas en cualquier lugar y situación; porque se manejan fácilmente y porque su flexibilidad ya que permiten descargarse apps muy diversas e incluso ver películas y series de dibujos. Sorprende, como ha destacado este estudio, que los pequeños son «expertos» en el manejo de sus actividades digitales. «Los niños tienen un nivel de manejo de las apps más elevado de lo que los padres son conscientes», asegura Morgade.
Artículo de María José Pérez Barco, ABC.