En medio del incendio provocado de la crisis identitaria basada en la deconstrucción del sexo de las personas, llega un diluvio de realidad en forma de Día Internacional de la Mujer, empapando de incoherencia a quienes lo celebran y a la vez defienden la “perspectiva de género”.
Si no existieran diferencias biológicas a nivel físico, cerebral, emocional y afectivo entre mujeres y hombres, carecería de sentido dedicar un día a reivindicar el papel que juegan en la sociedad las personas de un sexo en concreto. Es decir, es incompatible afirmar que cada cual puede ser hombre o mujer por decisión propia al mismo tiempo que se pide más protagonismo y reconocimiento para la mujer en todas las esferas. Como la manzana de Newton, el argumento cae por su propio peso.
Como hombre, no puedo utilizar el hashtag #SoymujerSoyfeliz, pero sí animaros a todas las mujeres a hacerlo, porque es necesario que, como siempre, pongáis orden y sentido común en esta sociedad desnortada.
Porque la forma de estar en el mundo como hombre o como mujer es distinta y maravillosa por igual, complementaria y necesaria para el equilibrio de todas las cosas y para que el ser humano siga existiendo. Por eso, los hombres tenemos la obligación de adherirnos a la causa de la mujer, porque de nosotros también depende, y de manera muy importante, que se respete y reconozca vuestra importancia en la sociedad.
No es un tema político o ideológico sino, como escribí antes, de sentido común. Por eso las empresas que cuentan con mujeres y hombres para la toma de decisiones funcionan mejor, porque el análisis de la realidad es más completo si se hace desde la óptica femenina y la masculina, ya que se perciben matices distintos y se tienen en consideración consecuencias distintas, que juntas suman y abarcan cualquier caso concreto de manera más fiel a la realidad, obteniendo por tanto mejores resultados.
Os doy las gracias a todas las mujeres. Gracias a mi madre por darme la vida y dedicarse durante tantos años de manera voluntaria a criarme junto a mis hermanos, gracias a mis hermanas por enseñarme a convivir con ellas con respeto y descubrirme otra sensibilidad en el día a día, gracias a mi mujer por compartir su feminidad conmigo y querer hacerme feliz cada día como mujer, gracias a mi hija por ayudarme a jugar con delicadeza y por abrazarme como me abraza, gracias a todas las mujeres que luchan con esfuerzo por conseguir más conciliación y que no renuncian a trabajar y a cuidar de su familia, a las que están orgullosas de ser madres, a las que no os calláis ante actitudes machistas, a las que pedís corresponsabilidad porque los padres no están para ayudaros sino que son responsables por igual de su casa y de sus hijos, a las que exigís los mismos derechos e igualdad real porque todos los seres humanos tenemos la misma dignidad.
Gracias por un mundo más humano, gracias por comunicar mejor, gracias por la paciencia, la intuición, la sensibilidad, el sentido estético, el poder hacer tantas cosas al mismo tiempo, por la comprensión, el cuidado, la necesidad de contraste, la inteligencia, la seguridad, la delicadeza… En definitiva, gracias por ser mujer.