Sentido común y subjetividad

por | Jun 7, 2019 | Destacadas, Noticias | 1 Comentario

Hemos conocido esta semana el caso de Tom Peters, un británico de 32 años que asegura «sentirse un cachorro de perro» y solicita ser el primer «transespecie» del mundo. Por supuesto, su historia, hecha pública por un canal de televisión, ha tenido una gran repercusión en los medios y redes sociales de todo el mundo. Millones de reproducciones del reportaje, miles de artículos haciéndose eco y amplios debates sobre lo que pide este señor.

Y sí, no nos hemos equivocado: hemos dicho debates, y no comentarios. Aunque parezca increíble, hay gente que se ha posicionado a favor de Peters -‘Spot’ cuando se ‘convierte’ en cachorro-. Entre ellos, su ex mujer, que acudió a plató con él y se mostró «orgullosa» de que este señor sea «fiel a si mismo». Y eso que ‘Spot’ les costó el matrimonio.

El asunto va mucho más allá de la hilaridad que ha suscitado en la mayor parte de las personas que han visto la entrevista. En realidad, no tiene ninguna gracia. Sin salir de la entrevista, que una cadena de televisión hiciera comer pienso en plató, ladrar y morder juguetes es una afrenta a la dignidad humana, sobre todo porque no era una broma, sino aprovecharse de lo que una persona dice percibir como su realidad.

Pero si entramos en el asunto en sí, ¿qué encontramos? Un hombre destruido, que se refugia en un disfraz, no sólo de animal, sino de cachorro. Huye, no sólo de su ser, sino de su edad. Un hombre que ha crecido sin familia, de casa en casa, sin referentes, y que ahora, perdido, sufre una de las muchas patologías que produce la ausencia de lazos familiares. En este caso, busca una relación de mascota para sustituirlos, lejos de la responsabilidad. Él mismo destaca que vivir la vida de un cachorro «te permite disfrutar de cosas simples de la vida, desde masticar juguetes hasta ser elogiado como un ‘buen chico’, es una oportunidad de escapar de mi agitada vida normal y divertirme en un ambiente relajado«. Es, en fin, la ideología de género llevada un paso más allá. Una consecuencia lógica de aceptar teorías que anteponen la subjetividad de cada persona a lo objetivo. Es lo que hace pasar de hablar de «un hombre que se cree un cachorro» al primer «transespecie»

Todo el mundo lo ha visto, pero nadie ayuda, todos ríen. A nadie se le escapa que esto atenta contra el sentido común. Pero optan por reírse y aprovechar la distracción mientras dure. Porque nuestra sociedad necesita cada vez cosas más extravagantes para sorprenderse y reírse hasta la siguiente atracción. Después, nadie habla de esos juguetes rotos una vez se han cansado de ellos.

 

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