Las peleas entre hermanos son el “pan de cada día” para los padres: cualquier excusa es buena para empezar una discusión ya sea por usar los juguetes, coger el mando de la televisión o sentarse en un lugar determinado de la mesa. Suelen ser altercados escasos, especialmente cuando los niños son pequeños, pero van intensificándose a partir de los 5 o 6 años. No obstante, es importante tener claro que esto es algo natural y no debemos convertirlo en el tema principal en el hogar.
Si estos conflictos son demasiado frecuentes o tienen bastante intensidad es hora de plantearse actuar. A continuación trataremos de responder a algunas de las preguntas más frecuentes sobre esta problemática.
¿Intervenir o no?
Conviene dejar que sean ellos quienes solucionen sus disputas, siempre que respeten las normas mínimas de convivencia: ni violencia física ni verbal. Las peleas entre hermanos son un momento ideal para fomentar en nuestros hijos la resolución de conflictos, por lo que tienen que ser ellos quienes generen habilidades de negociación. Así que, por lo general, lo mejor es ser paciente y no intervenir a la primera de cambio, dejando un tiempo para que gestionen ellos mismos la situación.
¿Qué pasa cuando llegan a las manos?
Si empiezan a pegarse sí que hay que intervenir, pero únicamente para separarlos y recordarles la norma básica de no pegar. Siempre manteniendo la calma y transmitiéndoles seguridad y tranquilidad, para que ellos también lo tomen como un modelo de actuación diferente a los gritos y las discusiones. A continuación, tenemos que enviar a cada uno a una punta de la casa. En general tardarán muy poco en volverse a buscar para perdonarse y seguir jugando juntos.
¿Cómo podemos enseñarles una lección?
Todo conflicto es una oportunidad de aprendizaje. Cuando se hayan calmado, es interesante sentarse con ellos y analizar qué ha pasado (no buscar culpables) y tratar de darles alternativas. Por ejemplo, si peleaban por un juguete, podemos enseñarles a turnarse en el uso del mismo. Si la discusión era qué ver en la tele, debemos establecer un horario para que elija cada uno, por ejemplo. También es importante invitarles a reflexionar sobre su actuación y cómo se han sentido (sobre todo si ha habido agresiones físicas o verbales).
¿Por qué mis hijos se pelean?
Como se ha comentado al principio cualquier excusa es buena, aunque en numerosas ocasiones el detonante entre hermanos suelen ser los celos. Es normal que con el nacimiento del hermanito pequeño el niño se sienta destronado. Antes toda la atención era para ellos y ahora tienen que compartir el cariño y la atención de sus padres. La competitividad y la lucha por llamar la atención de los adultos también suelen estar detrás de muchas de estas riñas.
Prevención en lugar de actuación
Es importante crear un vínculo fraternal fuerte entre nuestros hijos, enseñándoles a expresar sus emociones sin dañar al otro o creando situaciones que les motiven a querer compartir y unir sus fuerzas. Por ejemplo, jugando a juegos de mesa o practicando algún deporte de equipo. Lo primordial es enseñarles que hay que jugar unidos para conseguir la victoria.
Como vemos, las discusiones y peleas entre hermanos son normales y cumplen varias funciones: nuestros hijos necesitan aprender a regular sus emociones, a gestionar conflictos, a perdonar, a ser empáticos y a entender las consecuencias de sus actos. Pero para todo ello necesitan tiempo y práctica. Aunque, a veces, ese ejercicio de aprendizaje nos resulte agotador y estresante.
Úrsula Perona
Psicóloga infantil
Colaboradora de Sapos y Princesas