Se está volviendo a abrir el debate sobre la eutanasia desde el Gobierno al albur de proyectos de ley sobre derechos de los pacientes y la llamada «muerte digna». De forma solapada e indirecta una vez y otra se va dejando caer ante la opinión pública la necesidad de una regulación jurídica sobre la eutanasia. La disculpa puede ser una película, una Ley sobre sanidad o historias concretas de personas que agobiadas por una enfermedad terminal reivindican la muerte.
Poco a poco y sin darnos cuenta la sociedad se va acostumbrando a la idea de que la legalización de la eutanasia es un tema discutible y digno de ser discutido; y de ahí el paso a legalizar esta forma de homicidio se presentan cada vez más cercano.
Una de las mayores dificultades para la correcta interpretación sobre los debates de la eutanasia es la confusión sobre que significa eutanasia, pues se mezcla su concepto estricto, la legalización de que un ser humano pueda dar muerte a otro, con cuestiones radicalmente distintas como la protección del paciente frente al llamado encarnizamiento terapeútico o la legítima lucha contra el dolor.
Para no confundirse en este debate hay que tener en cuenta que lo que proponen los defensores de la eutanasia es siempre modificar las leyes para que los médicos puedan dar muerte a quienes deseen morir en circunstancias de enfermedad o dolor. por lo tanto, eutanasia es siempre igual a matar.
Todo lo demás que se mezcla en este debate no exige ninguna reforma legal pues ya es legítimo el que los pacientes reciban los tratamientos disponibles contra el dolor y ya es principio legal en España el derecho de los enfermos a rechazar cualesquiera tratamientos que consideren desproporcionados o no razonablesa la luz de su situación médica.
Quién pide la Eutanasia pide la privatización de la muerte en manos de los médicos por eso, ante la eutanasia, tolerancia cero siempre.