Las leyes de las últimas décadas que consagran la cultura de la muerte no son lo definitivo, sino un inmenso error que será corregido en breve gracias a quienes mantienen encendida la llama de la defensa de la vida en estos tiempos de profundo oscurecimiento de lo mejor de nuestra tradición humanista.
La cultura de la vida permea e inspira lo mejor de nuestra sociedad:a las familias abiertas a la vida, a las madres que llevan en su seno un niño que va a nacer, a quienes cuidan a las personas dolientes, a quienes se preocupan solidariamente de quienes sufren y carecen de todo, a quienes sonríen al otro con cariño. Y algún día no lejano las leyes y las políticas públicas también se inspirarán en este mismo cariño respetuoso a la vida. Es cuestión de perseverar dando testimonio de que a la mayoría la vida sí nos importa, como hoy han hecho decenas de miles de españoles en nuestras calles.
La Razón, 07/04/2013
Benigno Blanco,
Presidente del Foro de la Familia