La vida de Bernard Nathanson es un ejemplo de lo que está pasando en el conjunto del mundo respecto al aborto: una sociedades que en la segunda mitad del siglo XX normalizaron el aborto y se acostumbraron a algo tan terrible como negar el derecho a al vida, empiezan a ser conscientes del inmenso error humano que supone el aborto, y, como Nathanson comienzan a redescubrir el compromiso con la vida. Los síntomas de este cambio son evidentes en la sociedad norteamericana, en España y en todos los países de América latina donde crece la resistencia a la legalización del aborto.
Hace muy pocos días, una conocida feminista y proabortista norteamericana reconocía públicamente que están perdiendo la batalla cultural, por que cada vez le resulta mas imposible ocultar el carácter humano del niño no nacido. La lucha por la vida llevará un tiempo largo pero las cosas han empezado ya a cambiar. Hay que perseverar en el triple esfuerzo de hablar siempre bien de la vida y de la maternidad; de apoyar solidariamente a toda mujer, para que no vea el aborto como una solución a sus problemas; y, de hacer visible al no nacido como el ser humano que es.
Estos tres compromisos fueron los que asumimos públicamente al final de la manifestación del 17 de octubre de 2009, y debe haber todos los días líneas de orientación para el trabajo de quienes estamos comprometidos con la cultura de la vida. La manifestación del próximo 26 de marzo será un pasito más en la pedagogía publica de estas ideas.