La libertad es el don más valioso que tenemos los seres humanos. La libertad es elección, y sin elección no podemos conseguir la plenitud en el hombre. Si no elegimos y nos imponen criterios, la libertad esencial básica se pierde. De todo esto se deduce que si nos quitan esa situación, aparecen en la humanidad el infortunio y el desastre.
Pero, ¡ojo!…cualquier elección depende de la circunstancia del momento, vínculos sociales, costumbres vividas, nuestra biología, etc.
Para que haya progreso es imprescindible la acción. La cultura, el respeto a las ideas, creencias, etc., son fundamentales. Pero no olvidemos que encima de todo eso está la libertad que jamás nada ni nadie nos la puede quitar.
No permitamos que ni por ideologías radicales y fanatismos religiosos desaparezca nuestra libertad, que tanto costó a nuestros padres y abuelos conseguir.
Una gran parte del tejido social está desencantado y ve el decaimiento de una sociedad que va perdiendo fuerza en los valores democráticos debido a esa falta de ilusión y lucha por mantener ese espíritu que siempre ha caracterizado a nuestra civilización occidental.
Hay que encontrar de nuevo la honestidad como motivo de complacencia, la vergüenza y la solidaridad para con todos. Hay que buscar la ilusión, el esfuerzo, la alegría, la libertad y sobre todo la seguridad para compartirla con los demás. Hay que rechazar la falta de ética y de respeto a todos concienciando a la sociedad de que lo importante en nuestras vidas es el ser y no el poseer.
En resumidas cuentas, debemos trabajar por un mundo justo, más humano, donde las personas respeten a las personas. Esto realmente sí sería una democracia.
Hagamos que la responsabilidad recaiga sobre el estado movilizando y exigiendo a nuestros líderes políticos para que nuestra libertad no se acabe.
Autor: D. José Ramón Talero Islán, profesor de Educación Primaria.