Desde 1960 la esperanza de vida en España ha aumentado en más de 14 años y sigue aumentando año tras año.
España ya es uno de los países más longevos del mundo. Nuestro país ha ido ascendiendo paulatinamente en el listado de los 191 países clasificados según su esperanza de vida, pasando del sexto puesto en 2013 al quinto en 2014 y al cuarto en 2015, con lo que ya es el cuarto país del mundo con la población más longeva, sólo por detrás de Japón, Suiza y Singapur.
El principal factor de este alargamiento de la expectativa de vida ha sido, en primer lugar, el descenso de la mortalidad natal, posnatal e infantil, seguido de la mejora de las expectativas de vida en las personas de edad madura y avanzada. En el periodo 1994-2014, el horizonte de años de vida a los 65 años de los hombres y de las mujeres ha aumentado en 3 años. A los 85 años, el aumento ha sido de 1,1 años en los hombres y 1,4 años en las mujeres.
Todo ello ha hecho que España se convierta en el país de la Unión Europea con mayor esperanza de vida, con una media de 82,5 años, gracias al incremento que se ha conseguido desde 1990 lo que le ha permitido adelantar a Suecia, Holanda, Grecia e Italia.
Estos datos, a priori positivos, tienen un reverso que hay que afrontar y es la previsión del gasto público total relacionado con el envejecimiento de la población que alcanzará el 22% del PIB en 2050, frente al 20,8% de 2015, un incremento de 1,2 puntos porcentuales que se sitúa por debajo de la media de 3,7 puntos porcentuales estimado para Europa.
Y ¿qué significa esto? Que España se enfrenta a una ‘bomba’ demográfica por el envejecimiento de su población.
Este envejecimiento va a provocar una presión sustancial sobre el crecimiento económico y las finanzas públicas por el aumento de la demanda de cuidados sanitarios públicos a largo plazo, así como del cobro de pensiones.
La conclusión que desde el Foro de la Familia lanzamos, al igual que otras muchas instituciones y personas implicadas en dar visibilidad a este situación, es en primer lugar, la de afrontar este reto en el que está inmersa no sólo España sino todas las grandes sociedades industrializadas que tendrán que abordarlo de una u otra manera cuanto antes.
Y en segundo lugar es vital que este debate esté alejado de publicidad interesada, tanto de derecha como de izquierda, y con grandes dosis de previsión y planificación teniendo en cuenta una dotación pública presupuestaria de manera sostenible.