Si bien, lo mejor fue el postre. Una vez que adquirieron el ansiado mueble-zapatero, sus cinco hijos querían ayudar a montarlo: uno se apoderó del destornillador eléctrico, otro del martillo, otro del pegamento… También los cartones del embalaje sirvieron para que los más pequeños diseñaran un mueble a su medida que terminó adornando una de las habitaciones del hogar.
Otro amigo me cuenta que descansó en la sierra. Su mujer encontró, y mira que es difícil en esta época, trabajo en Madrid. Buscaron un lugar donde toda la familia pasara el verano y localizaron una casa en la Sierra. Nunca lo habían hecho; el verano para ellos siempre estaba relacionado con el mar. Pero allí, por las tardes exploraron rutas y pozas, conocieron amigos, disfrutaron con las barbacoas, las cartas, los partidos de tenis y la lectura de novelas históricas contemplando el Abantos, Siete Picos, la Bola del Mundo y la Maliciosa.
Otros me comentan que tuvieron que quedarse en casa. Precisamente, después de mucho tiempo sin trabajar, encontraron una oferta del sector servicios. El calor a veces era fastidioso en el domicilio, pero los fines semana descansaban juntos en la piscina municipal, en los embalses cercanos o visitando amigos…
Otro me ha hablado de la enfermedad que le ha retenido convaleciente en su casa. Los hijos, ya mayores, casados y con hijos, le venían a visitar o le llamaban de vez en cuando. La lectura, la televisión y un pequeño paseo por la noche, acompañado de un buen amigo, le han ayudado a descansar y aliviar su dolencia y el calor.
Algunos han tenido la oportunidad de disfrutar en un hotel de playa con un agradable ambiente familiar. Los juegos infantiles bien organizados por el equipo de monitores, los ratos de tertulia posteriores al almuerzo, los paseos y las conversaciones en familia han hecho de la semana de vacaciones un recuerdo añorado.
Querido lector, seguro que conoces casos similares…
Si bien, también es verdad, que hay personas que sufren a consecuencia de los egoísmos y luchas de familia. Pero también, no es menos cierto, que cuando se pregunta a un matrimonio que ha celebrado sus bodas de oro o de platino sobre cuál ha sido el secreto de su fidelidad, la respuesta siempre es la misma: amor, perdón y mucha dosis de paciencia.
En todos los hechos que he descrito -ya sea la ciudad, la montaña o el mar- hay un elemento común: la fuente principal de la felicidad es la familia, el deseo de estar en compañía de los seres queridos. Esta es la paradoja de los titulares llamativos en telediarios y noticias de los meses de julio y agosto. El “Breaking News” exige el impacto mediático y la emoción intensa para captar audiencias. Así se siembra por doquier y de manera callada las distintas distorsiones de la familia: violencia machista, abandonos, las muertes en soledad… Se da la impresión de que la familia, de que el matrimonio, de que los hijos, son los causantes del mal, de la infelicidad, de la violencia y de la muerte.
Por ello, animo a mis amigos a que sigan saboreando del verano con su familia. Se necesitan muchos testigos de una vida familiar sana, alegre y sencilla para borrar el mal sabor de boca que la prensa amarillista quiere sembrar en nuestros hogares a través de las pantallas de la TV. ¿Cuántas familias estables, sanas, alegres y comprometidas hay por cada noticia de violencia familiar? No lo dudes, muchas.
José Javier Rodríguez