Autor: D. José Ramón Talero Islán, profesor de Educación Primaria.
Le preguntaron al gran matemático árabe Al –Khawarizmi sobre el valor del ser humano, y éste respondió así de sencillo: Sin valores éticos y principios sólidos, no queda nada. Solamente delincuentes, corruptos y malas personas.
Tenemos una sociedad de competitividad, no de ayuda y colaboración. Debemos meternos todos en la cabeza que somos distintos, no solo que somos los mejores, sino que somos distintos y que cada uno de nosotros aportamos todo lo bueno que poseemos, para los demás. Si nos comparamos siempre perderemos, sufriremos y no servirá para nada. Las emociones son fundamentales, el tratar, valorar y reconocer a los demás es fundamental en esta sociedad de desapego y egoísmo.
Cada ciudadano, cada joven, es una persona y como tal debe educarse en su intimidad, en sus manifestaciones, en su libertad, en su capacidad para dialogar y, sobre todo, en su aptitud para darse a los demás. ¿Cómo se hace esto?
Para desarrollar la intimidad, se les habla de metas, removiéndoles para que piensen, educándoles en los sentimientos, proponiéndoles sus peculiaridades. Disciplinar sus manifestaciones conlleva a que aprecien lo que hacen, valorando sus pensamientos, proyectos, etc. Hay que instruirles para descubrir y observar patrones que ensalcen la cultura y el tono humano.
Para formar su libertad, hay que mostrarles sus capacidades para que señalen sus objetivos. Hay que proporcionarles normas hacia la auto-obediencia. Deben aprender a dominar sus impulsos.
Para educar su capacidad de diálogo, tenemos que ayudarles a explicarse, debemos escucharles e invitarles a expresarse, a hablar bien y a hacerse entender. Animarles a leer, a escribir y a preguntar siempre que les surjan dudas.
Por último, ¿cómo enseñar la capacidad para dar? Reforzando su voluntad, exhibiéndole la cultura, la belleza del mundo que les rodea. Haciéndoles comprender que se estudia para saber y servir a los demás. Las personas generosas son felices, mientras que las que buscan el poder son infelices.
Con estas pautas, mejoraremos en la reconstrucción de una sociedad más libre, más justa y más respetuosa en las ideas y en las creencias de sus ciudadanos.
Sufrimos la esclavitud moderna en su complicada e ignorancia voluntaria, pero seguimos sin cambiar absolutamente nada. ¿Qué podemos hacer? intentemos ayudar a los que quieren escuchar, leer, reflexionar, pensar, investigar, aprender y regenerarse.
Acabo con unas palabras de una gran pedagoga, educadora y científica, María Montessori (1870-1952): Todo el mundo habla de paz, pero nadie educa para la paz, la gente educa para la competencia y este es el principio de cualquier guerra. Cuando eduquemos para cooperar y ser solidarios unos con otros, ese día estaremos educando para la paz.