En una sociedad individualista que cede su libertad a quien le ofrece bienestar, sin horizontes éticos, que aplica la razón instrumental, la eficiencia máxima, la mejor relación coste beneficio en la toma de decisiones, nos hemos acostumbrado a reclamar como derecho todo cuanto queremos.
Protegiendo al concebido nadie vulnera ningún derecho de la mujer. Hay que precisar que no existe el derecho al aborto, ni en nuestro ordenamiento, ni en ningún tratado internacional en materia de derechos humanos. La defensa de la vida no es patrimonio de moral alguna. El filósofo socialista Norberto Bobbio se lamentaba de que los laicos renunciaran a la defensa del imperativo categórico del “no matarás”, dejándoles a los creyentes el privilegio y honor de afirmar que no se debe matar.
El debate siempre es enriquecedor, pero la instrumentalización de las instituciones para adoctrinar en una ideología particular, no respeta ese mandato que todo político ha de cumplir y perseguir de trabajar por el bien común, al confrontar en lugar de conciliar.El anteproyecto de ley orgánica de protección de la vida del concebido y del derecho de la mujer embarazada camina por la senda del verdadero humanismo al proteger la vida del ser humano más indefenso, al no hacer de la discapacidad causa de aborto, y al entender que la mujer siempre es la primera víctima que necesita del ánimo y apoyo de cuantos la rodean, y de todas las ayudas necesarias.
LUIS MARTÍN PEREIRA
Portavoz del Foro Gallego de la Familia