Los adolescentes suelen enfrentarse al alcohol durante las salidas nocturnas de fin de semana. Son curiosos y quieren experimentar. Muchos comienzan a probarlo, otros buscan intencionadamente la borrachera y bastantes de ellos terminan bebiendo regularmente. Los datos de consumo de alcohol entre la población adolescente y juvenil son muy elocuentes. Esto preocupa lógicamente a aquellos padres que buscan por encima de todo el bienestar de sus hijos.
Usted lector se ha preguntado muchas veces cómo abordar este tema del consumo del alcohol y, sin duda, lo ha relacionado con las salidas de fin de semana de su hijo adolescente. Está en lo cierto. Ambos temas guardan una estrecha relación. Las dos primeras soluciones que con toda seguridad se le han pasado por la cabeza habrán sido: lograr que su hijos adolescente conozca las consecuencias negativas del consumo del alcohol y conseguir que esté bien informado sobre los riesgos que conllevan las salidas nocturnas. Ambas medidas son necesarias pero no son suficientes: no basta con la información, los adolescentes deben disponer también de un conjunto de criterios, habilidades, normas y compromisos que les permitan afrontar con éxito situaciones tan complejas. Y estas herramientas sólo se adquieren mediante procesos educativos.
De ahí el papel insustituible de los padres. Si se tratara de transmitir únicamente información, la tarea sería mucho más sencilla, pero no, se trata de educar. Por eso los padres tendrán que implicarse prestándole tiempo y atención, expresándole sus opiniones y oyendo sus argumentos, respetando su punto de vista y manteniendo abierta la comunicación con él o ella; pero tampoco esto será suficiente: tendrán que convertirse en «administradores de límites». Porque este tema que nos ocupa se aborda fundamentalmente enseñándole a respetar normas y límites. Y, aunque le parezca increíble oyendo a su hijo, los adolescentes esperan de los adultos esos límites, bien para aceptarlos o bien para rechazarlos. Convénzase, los límites son una pieza esencial de cualquier sistema educativo coherente; ésta es una de las dificultades que entraña ejercer de adulto.
Pero no se asuste. No le estamos invitando a enfrentarse a retos imposibles. Debe asumir desde el principio que llevar estos planteamientos a la práctica tiene su complejidad y que no es posible ser siempre padres y madres perfectos, estar disponibles en todo momentos y saber responder de manera adecuada a todas las reacciones de su adolescente. De igual modo, nadie le oculta lo difícil que es poner límites, no es precisamente fácil decir «no» a un adolescente. Esto explica que muchos padres vacilen a la hora de ejercer su autoridad: tienen miedo a los enfrentamientos y conflictos, a provocar un distanciamiento e su hijo e incluso a perder su cariño.
Pero, antes estas dificultades, la solución no puede ser la inhibición. Las dudas sobre si cumple correctamente o no sus deberes de padre o madre no pueden paralizarle. Usted también tiene derecho a equivocarse. Es más, puede aprovechar esas dudas para ensayar caminos alternativos a los que venía utilizando hasta ahora en la educación de su hijo.
De algo sí puede estar seguro: quiéralo o no, su papel es primordial. Usted es una fuente de influencia para su hijo o su hija no sólo con sus palabras sino también con sus actitudes, sus comportamientos y su forma de ser en general. Por eso, debe saber desde ahora que su hijo, para construir su propia identidad, necesita su apoyo y su afecto, pero también su firmeza.
Artículo cedido por CONCAPA.