Cuando desde el Foro de la Familia se hace hincapié en la importancia de que los padres asuman su deber y ejerciten su derecho a ser los responsables básicos en la educación de sus hijos, el elemento básico a considerar es que son los padres los que, porque quieren a sus hijos, desean los mejor para ellos; desean su felicidad, no sólo que pasen un rato más o menos agradable.
La actuación de las personas acorde con sus principios proporciona felicidad, con independencia de los condicionantes o factores externos que puedan afectar a sus actos; por tanto, es vital que en la educación de los hijos se transmitan conocimientos y argumentos para que ellos mismos sean capaces de razonar adecuadamente en todas las circunstancias en que se encuentren.
No es una mera transmisión de criterios, es proporcionar las bases sólidas que les permitan elegir adecuadamente en cada circunstancia de sus vidas. Y eso se hace con tiempo y, sobretodo, con mucho amor.
El hijo, desde su libertad, debe tener la capacidad para incorporar lo positivo de su entorno, al tiempo que, respetando siempre a las personas que piensen de otra manera -no necesariamente sus pensamientos-, sepa no dejarse influenciar en su actuación por aquello que vaya en contra de sus principios y que además, sepa defender sus criterios con argumentos, con la palabra.