En nuestra sociedad sigue habiendo tendencias culturales y políticas de fondo que presionan fuertemente a la mujer, para desarrollar un modelo de comportamiento muchas veces ajeno a lo más específicamente femenino, singularmente en lo que tiene que ver con sexualidad, afectividad maternidad y moda. Hay como una tendencia de fondo a desfeminizar a la mujer haciéndola asumir roles sociales que minusvaloran la específica singularidad femenina de apertura a la maternidad.
Quienes se dejan llevar por esta forma de pensar y vivir acaban desconfigurando tanto lo masculino como lo femenino, y por eso, hoy se habla tanto de crisis de la paternidad, crisis del varón, etc. Como se puede apreciar, lo que está en crisis es la mutua comprensión y respeto de lo femenino y másculino como las dos formas de encarnar lo humano y en consecuencia la apreciación en positivo del resultado más rico de esta complementariedad, es decir dar vida.
Más allá de modas coyunturales o de circunstancias sociológicas son todos estos síntomas de una verdadera crisis de humanidad. Es urgente hoy recuperar al ser humano y su comprensión y una específica valoración de la singularidad femenina y de la singularidad masculina así como de la apertura a la vida que ambas posibilitan.