Diversos estudios demuestran que la tecnología engancha. En China y Corea del Sur reconocen la adicción a Internet como una condición clínica y han desarrollado centros de desintoxicación tecnológica. Pero no se queda ahí, en Estados Unidos, Canadá, Japón o Brasil existen campamentos ‘digital detox’ para adultos y también para niños. En España tampoco nos libramos. El 21% de los menores está en riesgo de sufrir adicción a Internet, duplicando la media europea.
Pero no nos olvidemos, que nuestros hijos copian lo que ven y si nosotros estamos pegados a un dispositivo, ellos también lo estarán. Necesitamos equilibrar el uso de la tecnología con actividades físicas y sociales.
Como sabemos, el uso excesivo de la tecnología afecta no solo a la salud (problemas posturales y de vista, por ejemplo), sino también al desarrollo cognitivo y social del niño.
Cuando decidí poner en marcha Sapos y Princesas, en 2005, la frase que más escuchaba entre los padres era “no sé qué hacer con los niños el fin de semana”. Hoy en día, la oferta de ocio familiar en España es inmensa. Los padres han incorporado a los niños a su tiempo libre, pero pese a esto, su máxima preocupación gira ahora en torno al uso de la tecnología. Concretamente, en la dificultad con la que nos encontramos para desconectar a nuestros hijos de las pantallas.
Como madre sé lo difícil que resulta desengancharlos, y también desengancharnos. Pero no porque sea complicado tenemos que tirar la toalla.
Tengamos una sentada y pensemos los puntos más críticos como: ¿Tendrán móvil los niños? ¿Les damos datos? ¿Se permiten los dispositivos en las habitaciones? ¿Hay horario de uso o se limita le número de horas? ¿Tenemos acceso a sus cuentas en redes sociales? ¿Y al propio teléfono u ordenador? ¿Les pondremos un control parental? ¿Qué queremos normas queremos establecer?
Es importante tener claro cómo nos vamos a definir ante estas preguntas y una vez las tengamos acordadas entre los adultos, fijar las reglas de forma clara. Lo complicado va a ser comunicarlas para que se entiendan como las normas de la casa. Esas normas que todos en el hogar respetan: como no comer en las habitaciones, o levantarnos a saludar cuando viene un adulto, o recoger la mesa, o las que cada uno tenga.
En mi opinión, es mejor elegir bien las batallas en las que nos metemos para que educar no sea una guerra. Además, es más sencillo si educamos con disciplina positiva.
Si nos encontramos en este momento en la situación de “barra libre con la tecnología”, nos va a costar un poco más fijar los límites. Para eso podemos empezar por unos mínimos y de ahí ir mejorando. Lo importante aquí es que lo que establezcamos se mantenga. Tengamos la fuerza para sostenerlo en el tiempo. Así se fijan los buenos hábitos, con tiempo.
Recordemos que los niños necesitan los límites para crecer como personas fuertes emocionalmente y formar su personalidad. La contención que les ofreceremos será muy positiva aunque se revuelvan y les cueste en un principio. Si nos mantenemos firmes, ellos comprenderán que por ahí no se puede y terminarán aceptándolos como normas y valores de la casa.
Y para que sea más fácil, ayudémosle a salir de casa y dejar las pantallas. Tenemos la suerte de vivir en un país en el que el clima nos permite disfrutar de la naturaleza y hacer planes al aire libre prácticamente durante todo el año. Por ello, desde Sapos y Princesas hemos querido ayudarte a localizar los planes más cerca de ti entre los más de 4.000 planes que hemos seleccionado para que el tiempo en familia sea una experiencia enriquecedora.
Estoy segura de que si nos lo proponemos encontraremos este balance tan necesario para nuestros hijos y para nosotros.
Nora Kurtin
Fundadora Sapos y Princesas