La adolescencia de los hijos es una etapa preciosa, pero también muy complicada. Sin duda, perder los papeles con nuestro hijo y llegar a los gritos, descalificaciones, o incluso violencia física es lo último que queremos y no ayuda en nada a mejorar la situación. Pero también es cierto que en ocasiones nuestros hijos pueden llevarnos al límite.
Veamos algunas ideas que pueden ayudarnos a mantener la calma en estas situaciones y a gestionarlas de una manera más constructiva:
1. Sembrar en la niñez, y no dormirse en los laureles
Este es el mejor consejo de todos. No dejes el poner límites para mañana. A los niños se les educa desde el nacimiento, siempre adaptándonos a su edad y sus capacidades, pero no demorando o dejando pasar conductas intolerables porque “son pequeños”. Las agresiones físicas o verbales, la destrucción de objetos o las faltas de respeto no deben permitirse.
2. Trabajar el vínculo padre-hijo
Este vínculo de amor y confianza es el que nos va a permitir sortear la adolescencia y, aunque haya unos años complejos y conflictivos, mantener la adecuada relación con ellos. Si no hay un vínculo estrecho amoroso con los padres, es más fácil que haya distancia, falta de comunicación y de respeto.
Y esto también es un camino que se logra paso a paso. Dedícale tiempo a tu hijo, comparte aficiones con él, encuentra alguna actividad que os guste hacer juntos y sobre todo habla mucho con él. Con siete años te contará batallitas del cole que te pueden parecer aburridas, pero si se siente escuchado y comprendido, cuando tenga 17 las batallitas serán más importantes para él, y para ti.
3. Sé su apoyo. Ha de sentir que eres un pilar en el que cobijarse
Los padres son los únicos que brindan un amor incondicional a sus hijos. Y también los que más capacidad tienen para aportar seguridad y comprensión. Es muy importante que tu hijo sienta que cuando tenga problemas, puede acudir a ti. Para ello es importante que se sienta respetado, comprendido y aunque tengas que corregirle o ponerle un límite, sea siempre desde el amor.
4. Recuerda tu adolescencia
Mira de nuevo tus fotos de la adolescencia. Recuerda cómo eras, qué te gustaba hacer, en qué pensabas y sobre todo, como fue la relación con tus padres durante aquellos años. De esta reflexión es muy posible que salgas reconfortado, con menos agobio, teniendo más confianza en tu hijo y con la capacidad de dejarle fluir para que sortee estos años de periplo vital tan intenso.
5. Lee sobre esta etapa vital
A menudo se nos olvida rápido lo que supone la adolescencia: cambios hormonales y físicos muy fuertes, búsqueda de la identidad personal, experimentación, muchas vivencias nuevas y relaciones sociales intensas. Este cóctel es difícil para ellos, y difícil para nosotros.
Cuando entendemos que es normal que en esta etapa se rebelen un poco contra nosotros, que necesiten más espacio, que encierren en su habitación durante horas, o que no nos cuenten nada, todo se vive con más tranquilidad. Todas estas conductas propias del adolescente tienen que ver más con él que con nosotros, por lo que no hemos de personalizarlo ni convertirlo en una batalla o un agravio constante.
6. Y si nada funciona, busca ayuda profesional
Consultar con un psicólogo es una alternativa muy saludable cuando el conflicto se instala en casa o nos sentimos sin recursos para manejar ciertas situaciones con nuestro hijo. Seguro que unas sesiones de orientación familiar, o el trabajo con el propio adolescente sirven de ayuda. Ante un problema es mejor no demorarlo ni permitir que se enquiste.
Pero todo pasa. Transcurre. Y con paciencia, amor, confianza y la adecuada capacidad para poner límites y a la vez ser flexibles, podremos sortear e incluso disfrutar la adolescencia de nuestros hijos.
Úrsula Perona
Psicóloga infantil
Colaboradora de Sapos y Princesas