Son los padres y madres de familia los primeros y más importantes agentes socializadores en la vida de los hijos. Son ellos lo que transmiten las normas, las pautas de comportamiento, las habilidades y destrezas, así como los fundamentales valores humanos como el amor, el respeto, la confianza, la solidaridad, el altruismo, la tolerancia, la honestidad, la lealtad o la responsabilidad.
En nuestros días, la familia está siendo atacada por distintos frentes, dando lugar a una manifiesta debilidad de la institución familiar: la separación o divorcio, la violencia intrafamiliar, los conflictos conyugales o las tensiones económicas y ambientales no hacen más que dañar y limitar la función educadora de la familia, de tal manera que lesionan el sano desarrollo integral de nuestros hijos.
Desde el Foro de la Familia, sabemos que la familia se encuentra ante un gran desafío, y es que, como decía Víctor Frankl- neurólogo y psiquiatra austriaco-: “Cuando ya no somos capaces de cambiar una situación, nos encontramos ante el desafío de cambiarnos a nosotros mismos”.
A veces, podemos tener la impresión de que no estamos en condiciones de cambiar situaciones. Sin embargo, es en esos momentos cuando se abre la posibilidad de trabajar para cambiar personalmente, de reconocer talentos y aptitudes personales para llegar a utilizarlos como herramientas para cambiar nuestro entorno.
La familia, entendida como lugar de humanización de la persona, ciertamente no está muerta, y tampoco como institución social está en vías de extinción. Muy al contrario, sigue siendo la raíz y el origen de las sociedades más vitales y portadoras de futuro. La familia aporta el capital humano, espiritual y social primario a una sociedad. El capital civil de la sociedad se genera precisamente a partir de las virtudes únicas e insustituibles de la familia.
Es cierto que nos inunda una visión antropológica contraria a la familia y una presión ideológica sin precedentes. Seamos conscientes de este momento, centrémonos en las capacidades de cada familia, y tengamos el coraje de levantarnos, para aceptar las consecuencias y para luchar por reivindicar lo que nos pertenece.