El anteproyecto de ley de protección al concebido y a la maternidad tiene un alto significado político, pues:
- supone un expreso cumplimiento del programa electoral del PP (evento poco frecuente en estos últimos tiempos)
- expresa una opción política en la mejor tradición ideológica del PP
- viene acompañado de una defensa conceptual valiente por parte del Ministro de Justicia
- manifiesta que el PP no ha quedado reducido a un grupo de tecnócratas y contables capaces de gestionar la hacienda pública en épocas de crisis, sino que es capaz de hacer POLÍTICA con mayúsculas
- reconcilia a este Gobierno con una franja muy importante de su electorado y militancia.
Parecería, en consecuencia, que con este anteproyecto el PP recupera su identidad como partido y entra de nuevo en la senda de liderar a una parte de la sociedad española como alternativa al conglomerado de los autodefinidos como «progresistas». Y sin embargo es ahora, con motivo de este anteproyecto, cuando parte de los líderes del partido deciden rendirse al enemigo ideológico y poner en duda su identidad y hasta su lealtad (hasta ahora inquebrantable) al Gobierno de Rajoy.
Planteadas así las cosas, el anteproyecto de ley Gallardón va a convertirse en piedra de toque para dilucidar si el PP quiere seguir teniendo un papel en la política española o pasar a mejor vida como algo residual, fofo y carente de identidad y atractivo alguno.
Si Rajoy no logra hacer que el PP cierre filas en la defensa de un proyecto que fue expresa promesa electoral y no saca adelante este anteproyecto sin modificar a peor sus contenidos básicos, el PP habrá muerto como partido capaz de liderar políticamente ese amplio sector de nuestra sociedad que hasta ahora le ha dado su confianza habitual y quedará condenado a una lenta extinción o, en el mejor de los casos, a ser un equipo de reserva de una izquierda monopolizadora de la política para sanear las cuentas en momentos de crisis.
Los lidercillos de pacotilla que traicionan su identidad y programa para lograr un aplauso efímero de la izquierda mediática pueden acabar con el PP en el medio plazo y lograr la definitiva e irrevocable desafección de su electorado ya muy harto de los incumplimientos de promesas y programas. Si se consumase esta traición, la sociedad civil reclamará responsabilidades.