En plena campaña electoral a la Comunidad de Madrid, que era leída por todos en clave nacional, el gobierno ha tenido a bien “colar”, porque no se puede calificar de otra forma, dos iniciativas que denotan el desconocimiento que tiene sobre la realidad familiar, por no decir abiertamente su desprecio a la misma.
La primera de ellas ha sido un anuncio de una futura ley de “diversidad familiar” que ya fue anunciada en el mes de febrero y en la que se hablaba de la desprotección de las familias monoparentales. Lo cierto es que dichas familias no estaban ni están desprotegidas, pero alguna justificación había que dar para introducir una nueva ley. Ahora han dado un paso más aduciendo que la protección es para familias diversas, que todos leemos como “lgtbi”. No se trata pues de una ley para la protección y la mejora del bienestar de las familias, sino otra ley más para otorgar unos privilegios a unas formas de convivencia que no solo son minoritarias, muy minoritarias, sino que además vienen reivindicando siempre un trato especial como si no hubieran obtenido ya, por ley, un reconocimiento que parece que nunca es suficiente.
Toda ley sobre familia requiere un debate extenso y una voluntad de escuchar a todas las asociaciones que tengan algo que decir. Cuando decimos escuchar nos referimos a una escucha activa y con voluntad de solucionar los muchos problemas que tiene la familia hoy. Legislar sobre unos privilegios que solo importan a unos pocos muy ideologizados, no parece que sea el mejor camino para mejorar las cosas. Sabemos, porque ya son muchos años oyendo hablar de “promesas” sobre familia, que esa escucha activa no existirá y que la futura ley, si sale adelante, no resolverá nada y solo servirá para desdibujar más la figura fundamental de la familia y que al final no signifique nada porque cualquier forma de convivencia podrá ser llamada familia.
Pero la realidad se impone por sí misma; por más que legislen contra ella, la familia sin etiquetas ni apellidos seguirá existiendo. Ni la voluntad política, ni la propaganda, ni las ideologías podrán nunca vencer al amor natural entre un hombre y una mujer, abiertos a la vida y con vocación de permanencia.
La segunda noticia ha sido la “amenaza” de acabar con la tributación conjunta en la declaración de la renta para las familias. Posteriormente han rectificado para decir que fue un “error técnico”. Lo cierto es que no nos creemos que haya sido un error y ya estamos acostumbrados a que a la familia, a su esencia, se la ataque con todos los medios que un gobierno que no la aprecia para nada y que es cautivo de minorías vociferantes.
Acabar con la tributación conjunta tiene mucho más calado que el mero económico. Implica, de hecho, enviar el mensaje de que la unión matrimonial no está protegida ni valorada. Implica que no reconocen en la mujer más que el trabajo fuera del hogar, con grave desprecio al trabajo dentro de este. Implica enviar el mensaje de que la mujer ni es libre ni quieren que sea libre de elegir entre trabajar dentro o fuera del hogar.
Ya solo pedimos que no toquen nada. Que dejen en paz a la familia, que ni la aprecian ni parecen saber la enorme importancia que tiene para el desarrollo de una sociedad.
Presidente del Foro de la Familia
Ignacio García Juliá