El domingo 27 de abril estaba marcado en la agenda de muchas familias con niños en rojo. Se esperaba con expectación -y con algo de aprensión por si hubiera alguna ocurrencia nueva del Gobierno de última hora- el momento en que los niños pudieran volver a pisar la calle bajo la supervisión de uno de sus padres.
Lo que debería haber sido una celebración, con prudencia y respetando los consejos de las autoridades sanitarias, se convirtió en una odisea y un nuevo desprecio hacia la familia desde la ideología de un Ejecutivo que no pierde ocasión de alardear de ello. Ahora, un matrimonio con hijos no puede salir a pasear junto, y la cosa se pone peor si hablamos de familias numerosas.
¿Qué razón se ha dado para explicar esta medida? Ninguna. ¿Qué sentido tiene que un grupo de personas que convive bajo el mismo techo, respirando el mismo aire y tocando los mismos muebles no pueda salir como unidad familiar? ¿Por qué obligar a un padre o una madre a salir con tres de los vástagos en solitario o en dos grupos a una cierta distancia o incluso en distintos momentos?
Desde el punto de vista de la seguridad, ambos cónyuges podrán minimizar los riesgos de los niños pequeños -para ellos y para quien se cruce en su camino- mejor que uno solo. Los niños no entienden por qué pueden ir con dos hermanos y no con el resto, y correrán hacia el otro grupo con naturalidad, creando momento gratuitos de peligro, estrés y tensión. Una salida, que debería ser una fiesta, algo entretenido, acaba convertida en el paseo del patio de una cárcel.
Por supuesto, desde los medios afines a este gobierno y desde las redes sociales se han apresurado a presentar a las familias, a los padres -curioso que, frente a la ausencia de esta palabra en el BOE que regulaba la salida, a la hora de criticar los abusos sí que se recurre a ella- como unos irresponsables y unos incívicos que han puesto en peligro a toda la población de nuevo.
Por desgracia, se han cometido abusos. Intolerables en la situación actual. Pero ha sido una minoría. La gran mayoría de las familias han aprovechado su semilibertad para seguir cumpliendo, como hasta ahora, algo más aliviados, las medidas impuestas en aras de la salud pública.