La quiebra del sistema de pensiones es hoy evidente, la caja del Pacto de Toledo se encuentra agotada y el déficit actual se enjuga contra los presupuestos generales del Estado aumentando aún más su déficit y llevándolo a cotas insoportables para España e intolerables para Bruselas.
Los gobiernos uno tras otro ignoran este problema cual capitán de navío que viera que su barco se desliza rápida e inexorablemente a un bajío de rocas y en vez de cambiar rumbo prosiguiera en dirección al arrecife, cambiando de conversación cada vez que algún miembro de la tripulación le avise de que lleva el buque a un naufragio seguro.
Como es fácil de entender, el déficit de las pensiones en un sistema de no capitalización como es el vigente en España, es sostenible si hay más cotizantes que receptores. En España el bienvenido aumento de la vida media ha creado un aumento importante del número de pensionistas, pero dicho aumento porcentualmente ya se había dado en otras épocas sin que se produjera el colapso presente, colapso que es debido a la bajísima natalidad. En el año 2015 en España el número de defunciones (422.276) fue superior al de nacimientos (419.109). Fue la primera vez, desde 1941 – en plena posguerra –, que esto sucede.
Dicho desequilibrio demográfico tiene además un efecto cualitativo preocupante: “la edad media de la población envejece”, lo cual supone que hay una cantidad menor de gente dispuesta a emprender nuevos proyectos o promover iniciativas que mejoren la sociedad, que se va convirtiendo poco a poco en una sociedad de clases pasivas.
Al centrarnos en este artículo en el sistema de pensiones no mencionaremos otros aspectos socialmente negativos de la baja natalidad, como son el empobrecimiento afectivo familiar (no hay hermanos, ni primos, triste final de una tercera edad abocada a la soledad).
Por otra parte, pensar ilusamente que dicho problema lo puede resolver un aumento ilimitado de la inmigración, ha dado como resultado políticas equivocadas, dada la difícil integración de muchos inmigrantes, y en muchos casos lo que se ha conseguido es despertar un sentimiento anti inmigratorio antes inexistente, como se ha podido comprobar en muchos países europeos.
Y la pregunta del millón sería ¿por qué los gobiernos, como el capitán del ejemplo narrado, se niegan a afrontar el problema y a cambiar de rumbo?, la respuesta en profundidad requerirá un estudio que trasciende a estas breves líneas, pero una parte de la respuesta lo explica lo que yo llamaría el “Síndrome Pepito Grillo”. A los partidos políticos, gobiernos o personas nos resulta incómodo corregir aquello que hemos hecho mal y seguimos haciendo mal y procuramos no escuchar al que nos los dice.
Porque el problema tiene una solución bastante sencilla, si lo que falta son nuevos cotizantes fomentemos su aumento. Creemos una cultura cualitativa y cuantitativa que favorezca la maternidad/paternidad, en base a estudios con rigor estadístico y analítico, fuera de todo sesgo ideológico, e implementemos las políticas que aconsejen dichos estudios.
Sin embargo, ¿qué han hecho los gobiernos en los últimos 35 años?, ignorando toda evidencia han favorecido todo lo contrario, empezando por las leyes favorecedoras del aborto y siguiendo por todas aquellas que en vez de fomentar la unión con mayor natalidad – el matrimonio – han equiparado a este con otras formas de unión que estadísticamente la tienen mucho menor. En otros casos, han concedido ayudas a las madres con trabajo externo y no interno, a pesar de saberse que estas últimas son las de mayor natalidad, enviando un mensaje claro y desincentivador de la maternidad, y así podríamos continuar con muchos otros ejemplos.
En resumen, los gobiernos han ido tomando un sinfín de medidas contrarias a la natalidad, “vendiéndolas” además con una vitola de modernidad. Todos aquellos que de una manera u otra claman por un cambio de rumbo son como Pepito Grillo, gente incómoda que les recuerdan lo que llevan haciendo mal durante 35 años y a la que prefieren no escuchar. Pero, el problema sigue existiendo y aumentando. ¿Qué es lo que debería hacerse?, la respuesta la dejamos para nuestro próximo artículo.
Carlos Cremades
Vicepresidente del Foro de la Familia