Alabama, Arkansas, Misisipi, Misuri, Ohio, Kentucky, Georgia… y ahora Luisiana. Todos ellos estados de EEUU, tienen en común el haber aprobado, uno detrás de otro, como fichas del dominó, leyes que restringen la práctica del aborto. La histeria colectiva de los grupos abortistas se ha disparado al sentir el aliento en la nuca de unos ingresos que disminuyen y unos apoyos cada vez más difíciles para justificar lo injustificable.
Primero fue la multinacional Netflix y ahora amenaza también Disney: se irán de esos estados si las leyes siguen adelante. No es nueva esta hipócrita postura, e incluso es bueno que se sepa para saber lo que podemos consumir y lo que no. En el mundillo de Hollywood se ha disparado la alarma y son muchos los actores y actrices que claman ante esta “agresión a la libertad de las mujeres”. No han conseguido inventar nuevos argumentos y utilizan los mismos de siempre, los que llevamos oyendo desde hace más de 50 años, precisamente por eso, porque son los mismos que entonces clamaban por el “derecho” al aborto; un movimiento envejecido y arrugado intelectualmente que lo tiene todo menos la razón.
La vida se abre camino, lenta pero segura. El movimiento provida norteamericano es cada vez más joven, con más ideas, con más razones, más imaginación y más alegría. La vida vende, la muerte no.
Aquí en España perdimos nuestra oportunidad por la cobardía de unos y sus deudas pendientes con el mundialismo, la perversión ideológica de otros y la indiferencia de los demás. Pudimos hacer Historia y nos conformamos con ser del montón, uno más en el pelotón de los torpes con grandilocuentes sinrazones. Y nos está pasando factura. Y nos seguirá pasando factura hasta que caigamos en la cuenta, así lo esperamos, de la monstruosidad de leyes que se han aprobado que, en nombre del bienestar de la mujer, la han relegado a un mero objeto comercial olvidando culposamente su dignidad y la del niño no nacido.
Pero montañas más altas han caído. De USA nos vino la plaga promuerte y de USA está llegando la alegría de la vida. Hay mucho camino por andar, pero se ha empezado, que no es poco. ¿Cuánto nos llevará este recorrido? No lo podemos saber, pero el haber empezado ya es mucho, mucho más de lo que se podía vislumbrar hace pocos años.
Mientras, nos toca seguir hablando a tiempo y a destiempo de la defensa de la vida. Se ha notado en las últimas elecciones: el aborto ha salido a colación cuando nadie lo llevaba en sus programas. Una prueba más de la conciencia culpable que tienen muchos y de un debate que, aunque muchos quieran negarlo a gritos, sigue abierto. Y abierto como una herida.