Cuando llega la adolescencia no nos resulta nada fácil entender a los hijos, ni mucho menos mantener abiertas las vías de comunicación con ellos, siendo este, sin duda, un aspecto clave para la confianza, la seguridad y el bienestar de la familia. Pero, ¿sabemos cuál es la forma correcta de comunicarse con los adolescentes?
Es posible que muchos padres piensen: “pero si cuando era un niño, me bombardeaba a preguntas, ¿qué ha pasado?”. Lo que ha ocurrido es el proceso de madurez. Durante la infancia, la comunicación con los hijos suele ser una vía con tránsito bidireccional, sin embargo durante esta etapa parece que uno de los carriles se ha bloqueado y que sólo sigue fluyendo el de los adultos con un montón de cuestiones que parecen caer en saco roto.
En general, podemos tener la sensación de que comunicarse con los adolescentes no es sencillo. No nos cuentan anécdotas de su día a día y tenemos que insistirles para que nos respondan a nuestras preguntas. En cambio, cuando le vemos con sus amigos nos percatamos de que la conversación es muy fluida y con todo lujo de detalles. Entonces, ¿qué diferencia hay entre los adultos y los amigos en cuanto a mantener una conversación?
Muchas veces los jóvenes no hablan con sus padres porque únicamente hay información demandada sobre temas que a ellos no le producen ningún tipo de interés, como por ejemplo los estudios, las clases de inglés o cómo son sus amigos. Pero, ¿qué podemos hacer para que esto cambie por su parte? Hay dos factores claves para comunicarse con los adolescentes: la empatía y el humor.
¿Cómo comunicarse con los adolescentes?
Importancia de la empatía en la comunicación
La empatía es la capacidad para entender al otro. Los padres queremos que nuestros hijos se sientan en confianza para contarnos sus problemas, pero luego cuando empiezan a contarnos algo como por ejemplo que un amigo o amiga ha empezado a fumar, nos los tomamos a la tremenda y enseguida se lo prohibimos y mostramos nuestra preocupación, de forma errónea, en forma de desconfianza. En lugar de hablar con ellos sobre el tema de la forma adecuada.
Una buena opción para conseguir comunicarse con los adolescentes es probar a hacer un ejercicio de empatía que consta de tres sencillas fases.
- Dejar a nuestros hijos terminar de contar la historia. Es decir, no soltar en voz alta la primera preocupación que nos venga a la cabeza e interesarnos por saber qué piensan ellos sobre el tema. Así conseguiremos que se sientan comprendidos.
- Darle la misma importancia que ellos le están dando sin juzgar lo que nos cuentan. Para aumentar la confianza podemos compartir alguna experiencia personal relacionada con la de ellos.
- Preguntarles si quieren saber lo que haríamos nosotros ante esa situación. Valorarán más nuestros consejos si les creamos curiosidad por saber lo que pensamos en lugar de decírselo de primeras.
El humor para solucionar conflictos
Si nosotros pensamos en nuestra juventud seguro que nos viene a la mente más de un momento en el que nos sintiésemos incomprendidos por nuestros padres. Este sentimiento provoca respuestas emocionales de rabia e impotencia que suelen derivar en el típico ataque verbal que no pasa por el filtro de la razón.
En lugar de responder con más enfado podemos jugar con el disparate para acercarnos a nuestros hijos. Es difícil llevarse mal con alguien con quien te has reído mucho. Por ejemplo, en lugar de decirle “¡qué desastre tienes en tu armario!”, podemos jugar con la ironía y comentarle “Oye, el otro día me parecía una obra de arte lo de tener ropa que subía desde el suelo de tu armario y otra que bajaba desde el estante, ¡todo formando una catarata textil hipercromática!”
El humor es clave para comunicarse con los adolescentes, ya que permite invertir el orden lógico de las cosas para entenderlas desde otro punto de vista, al mismo tiempo que ayuda a aceptar los errores.
Acércate a a ellos desde la empatía y la comprensión. Usa el sentido del humor y ármate de paciencia. La adolescencia es un camino por el que hay que transitar dejando fluir las cosas y en la confianza de que se van a convertir en grandes persona, y nuestra relación sobrevivirá sin duda a esta etapa.
Úrsula Perona
Psicóloga infantil
Colaboradora de Sapos y Princesas