La construcción de una tienda de campaña firme exige conocer todos sus elementos: la lona, las piquetas, los palos, las carillas, etc. Si todos esos elementos quedan perfectamente ensamblados, el resultado final será, no una mera tienda de campaña, sino una pequeña casa portátil, un lugar de descanso que albergue y cobije a una o varias personas.
Una tienda de campaña es como una persona y el proceso de construcción de la misma es similar al de la construcción de la propia vida en sus distintas etapas de maduración, desde la adolescencia hasta la pubertad. Pero para construir nuestra propia tienda necesitamos conocer nuestros propios elementos.
En algún momento de nuestra vida, todos sentimos la urgencia de plantearnos ciertas dudas existenciales: ¿Quién soy?, ¿Hacia dónde voy?, ¿Cuál es mi objetivo vital? Algunas personas pasarán de puntillas ante estos interrogantes, pero otras se afirmarán mediante una toma de conciencia de los mismos.
Esta búsqueda de la propia identidad como persona es un proceso que, aunque se da a lo largo de toda la vida, es sin duda en la adolescencia donde aflora con más fuerza, por ser la etapa donde la personalidad comienza a forjarse con más solidez.
Un primer paso en esta etapa es aprender a conocer y construir nuestra propia inteligencia, voluntad, deseos y afectos, aceptando y reconociendo nuestro propio cuerpo como expresión personal.
Durante el proceso de crecimiento el cuerpo cambia, maduran los sentimientos y la voluntad; todo se va preparando para ser las personas que seremos de adultos. Somos seres con varias dimensiones que amamos con el cuerpo, la voluntad y el corazón, y amamos a alguien en relación.
Para que nuestros hijos el día de mañana amen con todo su ser a las personas que les rodean y sean capaces de construir relaciones sólidas y maduras, necesitan un buen legado de enseñanzas y valores recibido en la familia, principal fuente de la que deben nutrirse hasta culminar su proyecto personal, la construcción de su propia tienda, su propio yo.