En estos momentos en los que la palabra productividad ha cobrado un importante protagonismo en nuestras sociedades desarrolladas, habrá que situar el papel de la familia en estos términos para seguir dándole la importancia que se merece como institución social.
Hay diferentes maneras en las que hoy se plantea la convivencia hombre-mujer, pero solo hay una conocida, contrastada y eficaz para formar personas: la familia.
La formación de las personas es un estado previo y necesario de cualquier economía desarrollada. Para que haya economía es necesario que antes haya demografía y sabiduría. El inicio de cualquier desarrollo económico parte de que nazcan niños y se les eduque adecuadamente como personas. Esta es la base, este es el inicio de cualquier programa económico.
Esto ocurre también con la confianza necesaria para cualquier intercambio comercial y financiero que se realiza en el mundo. La confianza es la base del comercio, de las finanzas; y lo paradójico es que, siendo una realidad que ni se compra ni se vende, sea la condición necesaria para que se realicen intercambios económicos en cualquier lugar del mundo.
Así pues, tanto la familia como mejor fábrica en la que se forman personas, como la confianza entra las mismas, son dos realidades que en ningún programa económico los gobernantes deben olvidar ni abandonar.
Por acabar diciéndolo en pocas palabras, si quieres productividad tienes que invertir en las familias y en humanidad.
Por Joaquín Abellanas Pellejero, economista y European Financial Advisor (EFA).