Está de moda lo ecológico, lo natural. Consideramos de segunda categoría los alimentos transgénicos y valoramos la cocina ecológica como la de mayor valor alimenticio y respetuosa con el sector terciario o con la producción de los países menos favorecidos. No consentimos que sirvan en nuestros platos productos manipulados genéticamente como si tuvieran denominación de origen.
No ocurre lo mismo con la familia. Se admiten sucedáneos. El medioambiente natural y ecológico de la familia se considera retrógrado, anacrónico… Pero, al igual que ante el Cambio Climático se viene realizando una concienciación social porque experimentamos las consecuencias de la ingeniería medioambiental de la última mitad del siglo XX, de igual forma pasará con el Cambio Social, que también lleva medio siglo imponiendo su ingeriría social única y obligatoria.
Recientemente hemos conocido que solo el 2% de los hogares castellano-leoneses son familia numerosa (13% con 2 hijos; el 16% con un solo hijo). Y es que hay tres planteamientos socio-políticos que nos conducen irremisiblemente al fin del Estado de Bienestar, aquellos que abogan por una ingeniería social del cambio de paradigma cultural.
El primero es la ideología de género que impregna de manera incisiva todos los aspectos sociales, mediáticos, educativos y legales de nuestro entorno. El objetivo a corto plazo de estos proyectos es el de-construir el concepto de familia que, según ellos, la cultura nos ha impuesto. Para ello, se ha devaluado el matrimonio; se ha aceptado el aborto como método anticonceptivo; se ha ido eliminando progresivamente la responsabilidad primera y original de los padres de la educación de los hijos, pasando ésta a manos del Estado con el silencio cómplice de muchos; se comercializa con seres humanos a través de vientres de alquiler; se da prioridad y privilegios a ciertas formas de convivencia no productivas… Así se desdibuja la realidad objetiva de lo que es la familia: “chico más chica posibilidad niño”, es decir, un hogar donde la posibilidad del hijo sea biológicamente factible, como una contribución beneficiosa para toda la sociedad.
En segundo lugar, y como consecuencia del anterior, tenemos ante nuestros ojos una bomba demográfica, un invierno social por la falta de nacimientos y un suicidio cívico que obliga a cambiar la concepción del Estado de Bienestar. Ningún partido, lo vemos en las negociaciones para la formación de gobierno, ha puesto este tema crucial encima de la mesa.
Finalmente, el tercero es la mediocridad política, la tibieza y falta de valor de algunos dirigentes que se olvidan de los principios de su partido político para ocultarse detrás de lo políticamente correcto. Llama la atención como políticos se venden al mejor postor. Se olvidan de su vocación de servicio al hombre y reniegan de lo natural, de lo ecológico, y parece que se olvidan de que ellos nacieron en una familia y gracias a ella están donde están.
Urge que la sociedad civil por entero exija responsabilidades a sus servidores públicos, los políticos. Ellos están al servicio de la sociedad, de la familia, de las personas -nacidas o no-, de todos los ciudadanos. El bien común, el Estado de Bienestar exige políticas de familia, de natalidad, de ecología familiar, de visión de futuro… ¡SOS Familia! ¡Salvemos la familia!
Artículo de José Javier Rodríguez en Tribuna de Salamanca