La proclamación del nuevo Rey de España, Felipe VI, ha permitido visualizar de forma intensa cómo la primera institución del Estado, la Corona, se sustenta en una familia. Este carácter familiar de la monarquía es un reflejo de la realidad de la vida social que también se sustenta en las familias, especialmente en las familias que funcionan, que permanecen en el tiempo creando un haz de relaciones interpersonales e intergeneracionales que da estabilidad y continuidad en el tiempo a cada persona integrándola en un proyecto que trasciende a cada uno y genera bienestar para todos.
Estos días hemos visto a un abuelo que traspasa las responsabilidades familiares a su hijo; un hijo que asume sus nuevas funciones en el seno de la familia/institución (la Corona) agradeciendo a su padre y a su madre la educación y el ejemplo recibidos; una pareja, los nuevos reyes, que comparecen juntos, compatibilizando las responsabilidades reales con los gestos de cariño personal (besos, arrumacos, sonrisas); unos padres que llevan a su lado a sus hijas a las que cuidan y preparan para sus futuras responsabilidades haciéndolas testigos y aprendices de las tradiciones familiares.
No han faltado tampoco los gestos de cariño cargados de simbología familiar: el Rey Juan Carlos, tras firmar la ley que legitima su abdicación, besa a la Reina Sofía; Felipe en su discurso ante las Cámaras dedica un recuerdo especial no solo a su padre sino; también y de forma singular a su madre Doña Sofía; Elena mira con mirada cómplice de satisfacción a su madre cuando Felipe la cita en su discurso; la Reina Leticia continuamente acaricia y tranquiliza a sus hijas a lo largo de la larga jornada en que el protocolo real se mezcló con naturalidad con las relaciones familiares.
Hemos visto hoy una familia que es sustento de la primera institución del Estado, la Corona. Y, si profundizamos un poco, también hemos visto hoy una imagen de cómo se sustenta la sociedad en su conjunto: en la familia. ¡Qué lejos de estas estampas la imagen de división, ruptura, rechazo a la vida y confrontación con que habitualmente a muchos les gusta presentar a la familia! ¿Se imaginan lo que sería la jornada de hoy si, en vez de matrimonios reales y padres con sus hijos y gestos de cariño, hubiésemos visto personas divorciadas y sin vínculos entre ellos y parejas sin hijos porque hubiesen cegado arbitrariamente las fuentes de la vida? En vez de una esperanza de futuro, hubiésemos asistido a un desesperanzado funeral de Estado por la Monarquía. Pues lo mismo sucede con la sociedad en su conjunto.
Concluyo pidiendo al nuevo Rey Felipe VI que use sus poderes constitucionales de moderación e impulso para coadyuvar a que los poderes públicos en España apoyen a la familia, refuercen el matrimonio estable, prestigien y favorezcan la maternidad y pongan de su parte lo que a su alcance está para que la sociedad española siga soportándose en familias fuertes y estables. Pido al Rey Felipe VI y a la Reina Doña Leticia que hagan de la Corona, una familia convertida en institución, un referente de la institución familiar como soporte de la sociedad.