La gestación subrogada plantea varias implicaciones que deben ser consideradas como sociedad antes de dar un paso tan importante como su legalización en nuestro país.
En primer lugar, está la preocupación ética sobre la posible explotación y comercialización del cuerpo de la mujer gestante. Existe el riesgo de que las mujeres sean presionadas o coaccionadas a llevar a cabo embarazos en nombre de otras personas debido a razones económicas o de otra índole.
Además, la gestación subrogada plantea cuestiones de derechos y bienestar del niño. Al nacer, el niño puede encontrar dificultades para comprender su origen y establecer una identidad biológica y emocional completa. También puede haber incertidumbre en cuanto a los derechos legales y el reconocimiento de los padres comitentes, lo que podría generar conflictos legales y emocionales en el futuro.
Por otro lado, la gestación subrogada plantea dilemas éticos relacionados con la concepción de un ser humano como un «producto» que puede ser encargado y adquirido. Esto puede llevar a una percepción distorsionada de la paternidad y la maternidad, enfocándose más en el deseo de tener un hijo biológico que en el bienestar y el vínculo emocional entre padres e hijos.
