Vincent Lambert es francés, tiene 43 años y, en contra de la petición de sus padres, no llegará a cumplir los 44. Quedó tetrapléjico tras sufrir un accidente de moto en el año 2008, y desde entonces se han ido sucediendo decisiones médicas y judiciales a favor y en contra de mantenerle con vida. En la propia familia de Lambert hay disparidad de criterios: sus padres y una hermana desean que le sigan proporcionando bebida y alimento, su mujer y otros cinco hermanos piden no mantenerlo con vida.
El pasado 2 de julio, los médicos del hospital de Reims, donde Vincent está siendo atendido, comunicaron a la familia la desconexión de las máquinas de alimentación e hidratación, siguiendo la decisión de la Corte de Casación de Francia de finales de junio. Sus padres han anunciado que abandonan la larga y costosa batalla legal por la vida de su hijo, a través de una carta abierta donde decían “sólo podemos resignarnos”.
Este caso vuelve a ponernos, como ocurre con la eutanasia, frente a dos realidades distintas y que a menudo son confundidas: el valor de la vida humana y la calidad de vida. El primero no admite graduación, es innegociable y absoluto. La segunda sí admite graduación y se puede medir por características subjetivas.
Pero no sólo es una cuestión ética y antropológica la que se nos plantea en estos casos, sino también una cuestión puramente médica: ¿es igual el caso de una persona con una enfermedad terminal que el de una persona en Estado Vegetativo o de Mínima Conciencia?
El Instituto de Bioética de la Facultad de Ciencias Médicas de la Pontificia Universidad Católica Argentina publicó un informe muy esclarecedor sobre estas cuestiones en 2013, a propósito de un caso similar al de Vincent Lambert. En dicho informe se aborda la cuestión de si es lícito suspender los líquidos a una persona en Estado Vegetativo o de Mínima Conciencia, y se aproximan desde el análisis médico, antropológico y ético.
Al final de este párrafo está el enlace al documento íntegro, pero quisiera señalar algunos puntos clave del mismo. El primero de ellos, es el de que las personas en Estado vegetativo conservan uno de los dos componentes de la conciencia: la capacidad (posibilidad de despertar). También señala que, en Medicina, la ausencia de evidencia no supone la inexistencia de algo. Las personas en la situación de Lambert no pueden expresar pensamientos y sentimientos, pero nadie está en condición de asegurar que no los tengan. Sin embargo, sí hay comprobación del dolor generado por la sed.
(Link al informe íntegro del Instituto de Bioética de la Facultad de Ciencias Médicas de la Pontificia Universidad Católica Argentina, “¿Es lícito suspender los líquidos a una persona en Estado Vegetativo o de Mínima Conciencia?”: https://studylib.es/doc/8719672/l%C3%ADcito-suspender-los-l%C3%ADquidos-a-una-persona-en-estado-veg)
Sigamos dando razón razonada de las cuestiones importantes. Sigamos celebrando, defendiendo y promoviendo la Vida. Sigamos hablando bien de las cosas buenas.
Javier Rodríguez
Director del Foro de la Familia