Una verdadera política familiar es aquella que considera a la familia, por el mero hecho de existir, como algo bueno y digno de ser protegido desde el Estado por lo mucho que aporta a la sociedad. No se debe confundir la política familiar con las políticas asistenciales de lucha contra la pobreza, de infancia, de tercera edad, de vivienda o de apoyo a personas en dificultades singulares como pueden ser, por ejemplo, los parados, las madres solteras, etc. Todas estas políticas sectoriales están muy bien, pero no son una auténtica política de familia aunque puedan ayudar en determinadas circunstancias a determinadas familias en que se integran personas que, por alguna circunstancia, se benefician de esas políticas asistenciales.
Por eso, un plan de familia que recopila y pone al día las políticas asistenciales existentes en un país no es un verdadero plan de familia.
En la España de hoy, un plan de familia de verdad debiera afrontar problemas tan graves como la caída de la tasa de nupcialidad, el brutal incremento de las rupturas matrimoniales, el inmenso fracaso escolar que lastra la responsabilidad educativa de la familia, la inmensa crisis demográfica, la total falta de apoyos sistemáticos a la maternidad, la valoración de la dedicación al hogar, la modulación de la fiscalidad teniendo en cuenta la renta disponible a partir del número real de miembros de la familia, la subsistencia de un modelo de relaciones laborales que hace muy difícil y onerosa la conciliación entre familia y trabajo retribuido, etc.
Si un plan no se toma en serio estos problemas reales y serios de la familia hoy día en España, no dejará de ser un papel quizá lleno de buenas intenciones pero totalmente ineficaz. La familia no necesita buenas intenciones ni proclamas teóricas, sino un compromiso real y económicamente evaluado de todas las políticas públicas con la institución que garantiza las mayores cotas de bienestar y solidaridad social. La inmensa mayoría de los españoles vivimos en familia y, aunque muchos fracasen en su esfuerzo por construir familia, las instituciones públicas deberían tener en cuenta esta dimensión familiar de nuestras vidas en todas sus políticas.