El nuevo ataque a la libertad religiosa y de culto, acaecido en la Universidad Complutense de Madrid, pone de manifiesto una vez más, cómo un pequeño sector de la población española está interiorizando una intolerancia agresiva frente a la religión. Intolerancia radicalmente incompatible con un régimen de libertades. Quienes desde ciertos medios de comunicación, plataformas intelectuales y medios políticos vienen sembrando la fobia a la religión empiezan a cosechar éxitos de violencia liberticida entre algunos jóvenes.
Es éste un fenómeno muy preocupante: que en la Europa de las libertades de pleno siglo XXI, algunos jóvenes odien hasta llegar a la violencia -la libre y pacífica expresión de la libertad de creer y de culto-, refleja un auténtico fracaso en nuestra civilización humanista, fruto de los complejos personales y de la incapacidad para entender la libertad por parte de unos cuantos resentidos que quieren imponer a todos sus fobias particulares.
Quienes desde el Gobierno y desde un supuesto liderazgo intelectual vienen sembrando vientos de rancio anticlericalismo y de rechazo a la libertad religiosa, debieran plantearse su responsabilidad por los huracanes liberticidas que esos vientos están provocando.
En todo caso, se trata de una pequeñísima minoría frente a la movilización y el despertar religioso de una gran parte de la juventud española, como está poniendo de manifiesto la preparación de Jornada Mundial de la Juventud que va a permitir la expresión pública el próximo mes de agosto de lo que sienten y piensan de verdad la mayoría de nuestros de jóvenes.