Desde que terminó el día de Reyes no paro de recibir llamadas de gente alertándome de una noticia increíble. Este año los Reyes Magos han dejado un regalo especial en algunas casas. Es un regalo dirigido a los padres de familia. Algunos ni siquiera lo sabían, porque el bebé era tan chiquitito que aún no se había hecho notar. Viene en frascos pequeños, como las buenas esencias. Pero son unos frascos mágicos, como los Reyes Magos, porque cuanta más esencia sacas, más llenos están.
Es esencia de afecto para la madre embarazada. Insisto que, algunas de ellas, ni siquiera sabían que estaban esperando un bebé, porque tenía días, incluso horas. Cuando los padres con asombro han abierto ese regalo, se han quedado estupefactos. Además, viene acompañado de unas instrucciones por si algún padre novato no entiende el regalo.
Dicen los reyes que las madres embarazadas a veces se sienten inseguras; que se sienten solas, aunque tengan familia y amigos a su lado. Que los bebés dentro de ellas, lo perciben todo desde el principio. Perciben la angustia, la soledad y el cansancio de sus madres. Y que quieren ayudarlas. Pero a veces no pueden porque son demasiado pequeños. Por eso, han escrito todos juntos una carta a los Reyes Magos para que traigan esos regalos a sus padres. Porque cuando el padre abraza a su madre embarazada y la besa, cuando le dice que la quiere y que nunca estará sola, y que él siempre estará allí para cuidarla, entonces el bebé respira, se relaja y se queda tranquilo porque sabe que papá está aquí cuidándonos a los dos.
(Este cuento está basado en las recientes investigaciones sobre la Medicina de la Persona, Viaje al fondo del Corazón, 2018).
Micaela Menárguez Carreño
Directora del Máster de Bioética de la UCAM