La vida moderna, la forma de vivir, la realización personal, la preocupación por ascender los diferentes escalones del poder: dinero, profesión, centros de decisión, fama, protagonismo, etc., son los objetivos de las jóvenes generaciones en los últimos tiempos.
A varones y a mujeres se les ha enseñado que la realización personal está en ese tipo de vida, como si fuera el único sueño a cumplir, como si fuera su único objetivo, sin que todo lo que pudiera ocurrir a su alrededor tuviera importancia o fuera secundario.
Hace tiempo que la generación del mayo del 68, del Vaticano II, de los movimientos hippies, del amor libre, fue dejando paso, poco a poco, a ese terrible relativismo en el que hoy vive nuestra sociedad occidental y fue transmitiendo a las siguientes generaciones una educación falta de valores esenciales para la convivencia con sus semejantes.
Valores que habían recibido de sus mayores y que fueron dejando de ser el punto de mira de las nuevas generaciones. Esos mayores que trabajaron con empeño y educaron a sus hijos con cariño. A ellos nadie les habló de su realización como personas, no se vanagloriaban de cumplir con su deber en su vida laboral ni en su vida familiar. El cumplimiento del deber estaba dentro de los valores de vida. Simplemente se encontraban satisfechos por intentar cumplir con el deber que la vida les marcaba.
Se “realizaron” en esa unidad de vida que consiste la vida familiar, laboral y social.
Todos formamos parte de la sociedad y tenemos la responsabilidad de recordar a las siguientes generaciones que hay una forma de vida en donde las personas pueden crecer y desarrollarse junto a otros, que existe un sitio donde se puede ejercer la solidaridad, donde se puede querer y educar a los demás, donde se colabora y se forma a otras personas que, a su vez, podrán en el futuro hacer lo mismo.
Es una magnífica ONG cuya producción es un extraordinario beneficio para toda la sociedad.
Y siempre ha estado ahí aunque últimamente, un poco olvidada. Y hoy hay que recuperarla para nuestra juventud.
Se llama Familia: “UN LUGAR PARA REALIZARSE”
La familia sigue siendo la más completa y la más rica escuela de humanidad, en la que se vive la experiencia más significativa del amor gratuito, de la fidelidad, del respeto mutuo y de la defensa de la vida. Su tarea específica es la de custodiar y transmitir, mediante la educación de los hijos, virtudes y valores, a fin de edificar y promover el bien de cada uno. (San Juan Pablo II)