Todos somos conscientes de la influencia decisiva que nuestro entorno familiar tiene en la formación de nuestro carácter, nuestras costumbres y, en general, de nuestro modo de ver la vida.
Cuando una pareja decide formalizar su compromiso y crear otros nuevos al lanzarse al apasionante desafío del matrimonio, cuenta con un bagaje previo de conocimiento mutuo. Este bagaje incluye todo lo vivido y aprendido en las respectivas familias y esto hace más fácil comprender los miedos, preocupaciones, alegrías e ilusiones de la otra persona, además de su modo de pensar y de actuar.
Nuestro pasado define en gran medida cómo miramos nuestro presente y cómo afrontamos nuestro futuro, por ello, compensa quedarse con lo bueno y aprender de lo malo. Con este gran horizonte por delante, los novios deben concretar el modo de sacar adelante el proyecto más importante, el de la familia, temas como la educación de los hijos, las costumbres a seguir, etc. La experiencia previa de la vida de cada uno ayudará a afrontar determinadas situaciones (enfermedades, reveses económicos, crisis matrimoniales, etc.) que afectarán a los futuros hijos.
Multitud de estudios avalan el peso que la imagen de nuestros padres tiene en nuestra búsqueda de una pareja, ya sea para seguir sus mismos pasos o para crear un camino totalmente diferente.
Dado que este nuevo proyecto es exclusivo de los cónyuges, estos deben también decidir cómo van a establecer la relación con las respectivas familias políticas, teniendo en cuenta que se debe proteger ante todo, la intimidad del núcleo familiar. Como en la mayoría de las elecciones, el término medio suele ser la mejor opción, es decir, se debe pedir consejo cuando se vea necesario pero sin que esa consulta se acabe transformando en una costumbre y desvirtúe el sentido del matrimonio.
Es importante comentar una situación que actualmente se da en muchas familias, en la cual, los padres son los que sustentan a la nueva pareja haciéndoles creer poseedores del derecho a inmiscuirse en la vida conyugal, error que debe corregirse a través del diálogo.
¿Y qué hacer cuando surgen problemas con la familia política? La solución suele ser casi siempre la misma: hablarlo todo y mucho intentando explicar a los hijos de manera neutral las diferentes situaciones.
En definitiva, la felicidad en la nueva vida que les espera depende sólo de ambos.
Paula Del Castillo.
Estudiante de Publicidad y RRPP en la Universidad Rey Juan Carlos