Son tiempos confusos para los partidos políticos tradicionales en España. La sociedad ya no es tan homogénea como la de hace pocas décadas, donde grandes bloques de ciudadanos compartíamos valores y formas de entender la vida. La globalización, las nuevas tecnologías, el consumismo, la crisis de valores, etc. no llegan sin consecuencias, y una de las más claras es la evidencia de que, como sociedad, cada vez compartimos menos cosas en común y nos vamos convirtiendo en la suma de muchos ciudadanos con intereses particulares y diferentes. De este modo, es lógico que sea más complicado que un partido político aglutine un sentir común tan mayoritario como para lograr representar a una mayoría necesaria para gobernar.
De ahí el nacimiento de nuevos partidos y la necesidad de los pactos para poder formar gobierno y sacar iniciativas adelante. Los principales perjudicados de esta nueva situación, por tanto, son los partidos tradicionales. Por querer sumar votos de la izquierda, el Partido Popular perdió los de su derecha; y por mover “el centro” hacia la izquierda, Podemos consiguió votos del PSOE.
Se acerca 2019 y con él las elecciones europeas y autonómicas, las cuales son de suma importancia en sí mismas y también como preludio de las próximas nacionales. Por tanto, comienza el esfuerzo por recuperar los votos perdidos, cada cual con las promesas que procedan y, por supuesto, corriendo un tupido velo sobre la desatención en estos años hacia esas personas con las que se intentan reconciliar.
Sólo en este sentido cabe enmarcar la iniciativa que el PSOE ha llevado al Congreso sobre la despenalización de la eutanasia para unos supuestos concretos. Nada importa la opinión de los profesionales médico-sanitarios al respecto, tampoco que haya en la actualidad un sinfín de medidas sociales necesarias sobre las que sí hay consenso popular y no voluntad política (conciliación, invierno demográfico, sistema de pensiones, pacto por la Educación, etc.). Estas cosas no ayudarían tanto al objetivo de intentar captar el voto ideológico que el PSOE perdió por su izquierda.
Cuando hablamos de la vida de los seres humanos, por favor, no atiendan a ideologías, si es que les es posible, no presenten iniciativas atropelladas y con la lengua fuera para que nadie les pueda quitar el tanto de haber sido los primeros. Como mínimo, sean prudentes. Estamos hablando de la vida y de la muerte de personas. No corran, pero sobre todo no empujen.
Ya ha quedado demostrado que, en el ámbito del derecho a la vida, cuando se abre una grieta la presa se derrumbará antes o después. En 1985 se despenalizó el aborto para tres supuestos concretos. Desde 2010 el aborto es legal y es libre hasta la semana catorce de gestación. Lo que hay en medio son madres que sufren y niños inocentes que ya no están entre nosotros.
Tenemos en España un sistema de cuidados paliativos y de cuidado del paciente crónico de una calidad excelente, y aún podríamos mejorarlo si abordásemos una Ley de Cuidados Paliativos integral, como la tienen en Italia con resultados más que satisfactorios.
Eliminemos el sufrimiento de las personas, no a las personas que sufren.