Las últimas proyecciones sobre la población española a corto plazo, del Instituto Nacional de Estadística, ratifican una vez más que España tienen un problema estructural a medio y largo plazo del que no se habla casi nada ni en el Parlamento ni en las instancias gubernamentales: el declive demográfico.
Todos los datos indican, con unánime persistencia en el tiempo, que la continua caída del índice de fecundidad, junto con el crecimiento de la esperanza de vida, nos abocan a un escenario de caída de la población en una sociedad cada vez más envejecida hasta el punto de justificarse lo que alguien ha denominado como ‘suicidio demográfico’. Este es un problema con el que convivimos pero que ni se analiza ni nadie parece ocuparse de buscarle soluciones.
Resulta imprescindible que se promueva desde el Gobierno y el Parlamento un estudio serio de nuestro declive demográfico y un debate social sin prejuicios sobre sus consecuencias y posibles soluciones.