Ante el descontrol, desconcierto, permisividad y falta de criterios de los padres, vamos de forma galopante a una situación muy lamentable para nuestros niños. ¿Estamos formando niños sanos intelectual y emocionalmente? ¿Serán ciudadanos recios y afanosos, con capacidad de decisión ante problemas más o menos importantes?
Llevo en las tareas educativas formando a jóvenes más de treinta y seis años. Cada vez observo más las deficiencias y disparates que tenemos en nuestra comunidad educativa y lógicamente, ahí están los resultados de los informes Pisa.
Pero de este tema no voy a hablar, porque ya sabemos todos, por la infinidad de planes de estudios LOGSE (1990), LOCE (2002), LOE (2006) y LOMCE (2013) que en nuestra sociedad, con nuestros representantes políticos, no hemos llegado a un consenso tan necesario para un Pacto de Estado en Educación, y cuyo fin debería ser conseguir una larga etapa de beneficio en la formación y preparación de nuestros jóvenes. Pero por lo visto, interesan otras cosas. Lo más importante, sin duda, es el futuro de nuestra Nación y el futuro, está en la juventud.
Pues bien, aclarado esto, vamos al grano.
Una gran mayoría de padres en estos últimos años están angustiados con que sus hijos tengan la mejor formación, los mejores centros educativos y las mejores universidades. Están excesivamente obsesionados para que sus hijos sean los mejores, saquen desde los primeros cursos notas brillantes, ofuscados por las actividades extraescolares (refuerzo de inglés, música, tenis, judo, etc.), frustraciones muchas veces de ellos mismos, que imponen a sus hijos.
Por otra parte están los padres que debido a las necesidades familiares de subsistencia se preocupan como siempre de lo necesario pero no pueden estar encima de los estudios de sus hijos, pues no tienen tiempo para dedicarles. Los horarios de trabajo, las distancias, la recogida a veces a los centros por la tarde porque no hay nadie en casa, etc. dificultan una estabilidad y, a la vez, un rendimiento mejor en comparación con otras familias. Pero bueno, de esto ya hablaremos en otra ocasión.
Yo siempre, ante este atropello, de tanta exigencia y tanto trabajo a los niños, les digo a los padres: La infancia es una y los niños no pueden estar tantas horas trabajando. Les indico que olvidan lo fundamental para el desarrollo de sus hijos:
- Que gocen como niños que son.
- Que no precipiten las etapas evolutivas de su desarrollo, no los hagan mayores.
- Que fomenten hábitos de trabajo y responsabilidad en ellos, participando también en las tareas de la casa.
- Que controlen internet, redes sociales, móviles, play (hay muchos niños y adolescentes enfermos por exceso de estos medios que están yendo a consultas de psicólogos y psiquiatras: por ejemplo el Síndrome del Caracol).
- Que se preocupen de incentivarles en la lectura diaria. Es la mejor herramienta, para que en el futuro tengan un esquema mental estructurado y listo para elegir sus opciones de vida en libertad.
- Que no estén excesivamente pendientes y protegiéndoles de todo lo exterior, ellos mismos deben buscar mecanismos de defensa para poder solucionar cualquier problemática que se le presente (con sus compañeros, con sus profesores…).
Por D. José Ramón Talero Islán, profesor de Educación Primaria.