Soy uno de los privilegiados por haber compartido varios años de mi vida con Rafa. Fueron casi 4 años en el Foro (codo con codo, día a día), en los que pasaste de ser jefe a compañero, gran amigo y confidente. De ti destacaba tu sonrisa perenne y tus grandes espaldas en las que te echabas todo lo que te caía encima por duro que fuera. Recuerdo ir en tu moto, de paquete, y pensar lo mucho que soportabas sin dejar de sonreír. No siempre nos sentimos tratados justamente y donde yo me rebelaba, tú siempre callabas y me sacabas una carcajada.
Esos años de mi vida los llevo siempre conmigo, porque hicimos algo grande de verdad y porque nos lo pasamos muy bien. Son muchos los recuerdos y anécdotas. ¿Te acuerdas? Tú bailando vestido de pollo y yo de Jack Sparrow, o cuando me dejaste el smoking de tu boda para una gala en Washington y al probármelo y ver lo ridículo que estaba no paraba de reír. Los partidos de España, mal comiendo, como siempre, para volver rápido a la oficina. El viaje a Valencia a la feria de las familias. Los chistes malos que nos contábamos para alegrar duras tardes-noches de trabajo, enterrados en papeles por subvenciones y paquetes que enviar. Las “trasquetas”, los monólogos, la de servilletas pintadas en la cafetería “La Nata”. Nuestras miradas cómplices cuando sonaba el teléfono para “adivinar” a quien le iba a caer la charla. Megáfono en mano: bailando y haciendo que hasta los más tiesos y sosos bailasen. Compartimos mi boda, el nacimiento de mis hijos y el de tus pequeños…favores que nos pedimos y siempre respondiste, los cambios de trabajo y las oraciones que nos mantuvieron unidos…¡y tantas otras cosas!
Te admiré mucho por tu valentía, porque no te escondías para hablar de Dios, por tu forma feliz de afrontar la vida, por el “morro” que le echabas tantas veces, por tu preciosa familia, por lo enamorado que siempre te mostrabas al hablar de Lola y de tus hijos, por tu trato con ellos, por tantas cosas.
Mis estudios, los tuyos, el trabajo y los viajes nos distanciaron pero no se olvida lo que el corazón recuerda. Siempre tuve la esperanza de recuperar aquellos años y de hacer aquella cena en casa que llevo años debiéndote y de que me llevaras a Medjugorje (te prometo que iré a beber de la misma fuente de fe de la que tú bebiste). Tenía la certeza de que así sería también por tu facilidad para, a pesar del tiempo que hubiera pasado, conseguir que no se notase, y para no llevar cuentas, y nos veíamos…, y volvíamos rápidamente al mismo punto donde nos habíamos quedado años atrás y volvíamos a reír. PERDÓN RAFA.
Pero después llegó tu enfermedad, y aquella esperanza se truncó, y empecé a recibir tus mensajes y me deslumbraste del todo: Aquel compañero, algo niño –como yo-, feliz, se había convertido en un hombre de fe adulta, un hijo de Dios del que tanto tenía que aprender. Y me alegro de haberte podido decir lo mucho que aprendí de ti, y me alegro de que hayas sido de las personas a las que he podido decir te quiero sin caretas, sin corazas y me alegro porque me hiciste saber que era mutuo. “Hiciste la vida más ancha” no sólo la tuya sino la de todos los que te conocimos. GRACIAS RAFA.
Un día me confesaste, entre manifestación y ruedas de prensa, que querías ser taxista, que querías tener un trabajo sin tanta presión, sin agobios, que la gente se montara y llevarles donde pidiesen, sin más…y de alguna manera lo has sido y estoy seguro que desde el cielo así lo harás. Estuve ayer en la Misa en el tanatorio y estaba abarrotada, llena de gente que ha compartido su vida contigo y llena de gente a la que has ayudado a caminar hacia el cielo. Desde hoy, seguro que Dios te da las llaves de su taxi para que le acerques a más personas a su lado. Algún día me tocará montarme y girarás la cabeza y dirás ¡Raulillo! y me harás sonreír de nuevo en el trayecto.
D.E.P Rafa
Carta de Raúl García a Rafa Lozano.