Hace varios años escribí sobre este tema y vuelvo a hacer hincapié, dado que aún seguimos sin establecer unas pautas para dirigir este problema social con verdadero interés y ser implacables ante conductas inhumanas hacía este grupo social casi olvidado por todos, especialmente por nuestros gobernantes.
A través del tiempo y en las civilizaciones más antiguas, el papel del anciano en la sociedad ha sido de una importancia vital para el progreso de la misma, manteniendo unos valores que hacen más fuerte la convivencia y el respeto entre todos.
Es verdaderamente inaceptable que en nuestra sociedad no se tome conciencia de la protección a este grupo de personas que tantos beneficios nos proporcionó y que permitió con su trabajo y esfuerzo tener hoy día la libertad que tenemos y el desarrollo conseguido.
Nuestras instituciones y nuestros políticos se han centrado con mucho acierto, contundencia y constancia en concienciar a la sociedad, con el apoyo de los medios de comunicación y de las leyes, de que la violencia llevada a cabo contra la mujer y contra los niños se haya convertido en elemento de lucha social. Es algo que hay que suprimir de forma radical. Sin embargo, la violencia y el maltrato a las personas mayores son más difíciles de detectar. El no tratarles como se merecen suele producirse en ambientes familiares o residenciales poco vigilados. Esto hace muy difícil sacar a la luz este gravísimo problema social.
Las Administraciones con estas competencias no están respondiendo de forma concluyente, es evidente que no se realizan los esfuerzos precisos para acabar con esta lacra que nos asola y que tan escaso apoyo social tiene. No quiero pensar mal, pero dejar a los ancianos al margen porque ya no nos sirven y porque su voto para los políticos tiene escaso valor, dice mucho de la sociedad que con grandísimo esfuerzo ellos construyeron para nosotros. Por favor, no olvidemos este grave problema.
D. José Ramón Talero Islán, profesor de Educación Primaria.