La familia juega un papel insustituible en estos momentos tan complejos y críticos en que un hijo adolescente comienza a salir durante las noches de los fines de semana. Son los primeros ensayos de su autonomía y su libertad fuera del ámbito del hogar porque las salidas nocturnas constituyen seguramente uno de los indicios más claros de que el adolescente busca desarrollar su identidad y poner a prueba sus capacidades. Y, como es lógico, trata de hacerlo con sus iguales, con su grupo de amigos. Por eso necesitan comprender los riesgos y responsabilidades que este ejercicio conlleva, ante lo cual los padres no pueden inhibirse ni delegar en terceros sus funciones de apoyo y supervisión.
En la próxima salida, su adolescente se enfrentará a la oferta de alcohol, tabaco, porros u otras sustancias, puede verse involucrado en situaciones violentas y seguramente recibirá proposiciones de todo tipo. Es comprensible que dudes y sientas preocupación. Pero no puedes impedir su salida por «miedo» a los peligros que pueda encontrar. Eso supondría un freno a su crecimiento personal porque le privaría de experimentaciones y aprendizajes cruciales en su vida. Para él significaría una falta de confianza en su capacidad de adoptar criterios firmes y conductas responsables y para ti una muestra de incapacidad y una claudicación de tus obligaciones como educador. En resumen, acarrearía consecuencias más negativas para tu hijo y para ti que las derivadas de los propios riesgos que se pretenden evitar.
La gran apuesta que debes afrontar consiste en saber conciliar los temores que te genera la noche con la necesidad de independencia y libertad de tu adolescente.
Para comenzar, es aconsejable que, siempre que sea posible, planifiques las primeras salidas de tu hijo adolescente con tiempo suficiente y utilices para hacerlo estrategias de negociación. Abordar este tema parece tan difícil que muchos padres optan por demorarlo y terminan improvisando en los minutos previos a la salida; es decir, tratan de resolver de modo reactivo un asunto que sólo admite una solución preventiva. A pesar de la angustia que te genera, es recomendable una planificación que garantice que las cosas se hacen de modo progresivo y que se tratan todos los asuntos relacionados con la salida nocturna o con la fiesta en cuestión: los horarios de salida y llegada a casa, el dinero que se le asigna, el tipo de transporte a utilizar, las personas con las que estará y los lugares a los que va a ir…
Como en cualquier estrategia educativa, deberás graduar la libertad concedida y la carga de la responsabilidad. No sería lógico que, a las primeras peticiones de autonomía, respondieras ofreciendo una libertad plena. Conforme vaya demostrando que cumple lo acordado y que adopta un comportamiento responsable, podrá ir obteniendo mayores grados de independencia. Por otra parte, siempre se está a tiempo de revisar esos acuerdos si tu hijo demuestra que no está preparado aún para asumir tal responsabilidad…
En muchos hogares, lo que debería ser una experiencia satisfactoria para ambas partes, padres e hijos, se convierte en un drama familiar. Por eso, si actúas razonablemente y basas tu estrategia en el diálogo y en los acuerdos, ten la certeza de que conseguirás no sólo reducir la tensión familiar sino facilitar el autocontrol y la asunción de responsabilidades de tu hijo adolescente.
Artículo cedido por CONCAPA.