Otro debate, misma ausencia. Otra oportunidad aprovechada por los partidos para demostrarnos a todos los españoles que entre sus prioridades no están las que les reclamamos. Si alguien tenía la esperanza, ésta se ha desvanecido.
Quizá es que sea incompatible conseguir votos (o quitarle votos al rival) y a la vez demostrar que se entienden las preocupaciones reales de los ciudadanos. En una sociedad donde prevalecen las formas sobre el fondo, la imagen sobre las palabras, los sentimientos sobre los argumentos, es lógico que en el debate se ponga el esfuerzo mayor en el continente, y no en el contenido.
Desde el Foro de la Familia lanzamos, con ocasión de estas nuevas elecciones, una propuesta haciendo especial hincapié en diez de nuestras medidas de política familiar (siempre disponibles para quien las quiera incluir en sus programas), debido a su importancia y urgencia. Medidas concretas de reconocimiento institucional de la Familia, de elaboración de Leyes y Pactos transversales, de medidas fiscales concretas, de conciliación entre vida laboral y vida familiar y de libertad de enseñanza y garantía de la libertad de educación.
Y esa ha sido, una vez más, la gran ausencia del debate, a nivel general. Es cierto que, en el plano formal al que nos referíamos, hizo bien el candidato de Ciudadanos al introducir su mención concreta a la Familia (aunque él añada spoiempre “eses” al final de la palabra) en el bloque correspondiente a la política económica, aunque lo suyo hubiese sido la existencia de un bloque específico de políticas familiares. Decimos en el plano formal porque en lo relativo al fondo, dejó claro que para su partido un matrimonio es lo mismo que una pareja de hecho, dos hijos lo mismo que tres y una mascota poco menos que un hijo. De ahí las eses que siempre añade al final de la palabra Familia.
Salvo ese guiño (junto a otro del candidato del Partido Popular mencionando de pasada la libertad de educación y otro del candidato de Vox sobre la natalidad), la sensación tras el debate fue la misma que la de los debates anteriores: la Familia no es prioridad. No es importante. O al menos, no tanto como la paridad, el género o la memoria histórica.
Tampoco sorprende, aunque sí preocupa, que para el candidato socialista las medidas de política familiar urgentes sean las de adoctrinar a los hijos de los demás con la imposición de una nueva asignatura de “ética estatal”, legalizar el homicidio asistido de nuestros enfermos y mayores, debilitar la patria potestad en nombre de la “pobreza infantil” en lugar de fortalecer la institución resolviendo la pobreza familiar, ayudar a los hijos a que abandonen el hogar a los 20 años o eliminar progresivamente la casi nula protección de que aún gozan los hijos inocentes por nacer.
Este es el nivel. Ya sabemos que somos minoría. Hemos de recapacitar una vez más sobre qué podemos hacer cada uno para que lo que de verdad importa sí sea prioridad para todos. Hemos de asumir nuestra responsabilidad diaria con más ahínco de lo que la delegamos en nuestros representantes en el Parlamento. Porque nuestro compromiso con la Familia, la Vida y la Libertad de Educación no acaba (ni empieza) al introducir una papeleta en una urna. Empieza cada mañana al apagar el despertador. Y no se acaba nunca.
Javier Rodríguez
Director general del Foro de la Familia