Tenemos que saber que los individuos tenemos menos apoyos en las estructuras políticas y sociales en lo que se refiere a la vida afectiva y familiar que en el pasado .
Además,en la sociedad actual hemos creado un individualismo que ha entrado en las familias desvirtuando la esencia de los vínculos familiares y haciendo que cada componente de la familia sea una isla independiente y cuyo único objetivo es hacer prevalecer la idea de una persona que se construye según sus propios deseos asumidos con carácter absoluto. Las tensiones inducidas por esta cultura individualista exagerada de la posesión y del disfrute generan dentro de las familias dinámicas de intolerancia y agresividad.
Evidentemente no todo es negativo, y en este orden de cosas en bueno señalar que existe hoy una realidad doméstica con más espacios de libertad, un reparto equitativo de cargas familiares así como de responsabilidades y tareas domésticas, en donde se valora más la comunicación personal de los cónyuges, lo cual contribuye a humanizar toda la convivencia familiar.
En este escenario está claro que la sociedad en la que vivimos y a la que caminamos debemos construir el futuro desde nuestras familias con amor, compromiso, libertad y dignidad.