La corriente deconstruccionista en la que estamos inmersos se define, desde sus orígenes en Heidegger y Derrida, como la estrategia para la descomposición de la metafísica occidental. Revisa y devuelve los conceptos en una negación absoluta de su significado, pero sin proponer alternativas. Es importante conocer la fuente para entender lo que acontece hoy en nuestra sociedad.
Así, los llamados “nuevos valores” no son más que la descomposición, revisión y negación de las virtudes clásicas humanistas, pero aquellos no son su alternativa, puesto que están vacíos de significado. Es otro intento de despojarse de lo heredado para sublimar lo “autoconstruido” con nuestra voluntad. El yo como poder absoluto. En resumen, lo predominante en nuestra época y en nuestro entorno.
Sin estos antecedentes, no podríamos haber asumido -en general- con familiaridad, en vez de tomárnoslo a broma pesada, algunos de los oxímoron que hoy copan titulares e incluso títulos legales. Oxímoron, recordemos, es el recurso retórico que consiste en combinar dos palabras de significado opuesto.
Aunque hay muchos ejemplos en la actualidad (“comunismo progresista”, “porno ético”, “derecho al aborto”, “carne vegana”, etc.), hay uno de ellos, que se recoge en el acuerdo de nuevo gobierno en España, que conviene destacar ahora: “muerte digna”.
La dignidad, de valor absoluto e innegociable, no susceptible de graduación y fuente de la verdadera igualdad, es intrínseca a cada vida humana. Repito, a cada vida humana. Siendo la muerte el antónimo de la vida, he ahí el oxímoron. El problema está en que la dignidad es otro de los conceptos deconstruidos, vaciados y negados de significado. Por eso podemos escuchar a quien define “muerte digna” como una forma de homicidio asistido (la eutanasia siempre implica que un tercero dé muerte a otra persona, bien de manera activa, bien por omisión de los cuidados necesarios) y no nos escandaliza. Porque ya todo vale. Porque no hay más bienes ni verdades absolutas que las manifestaciones o expresiones de la libertad individual de cada cual.
Este es el tablero del juego del que somos piezas. Es aquí, y ahora, donde tú tienes que decir lo que tengas que decir. Donde tienes que actuar asumiendo tus responsabilidades. Este juego necesita piezas firmes, formadas, valientes y comprometidas. Son las del equipo que ganará.
Hablemos bien de las cosas buenas, y dejemos los oxímoron para la poesía.
Javier Rodríguez,
Director General del Foro de la Familia.