La familia es donde el hombre encuentra la plenitud de su existencia. Es el ámbito que da pie a que la persona descubra su identidad, aquello a lo que está llamado a ser. La familia pues, tiene un valor y una función primordiales que nada ni nadie puede reemplazar. Es de tal importancia, que tiene que hundir sus raíces en una base sólida y convivencial que aliente a sus miembros a su promoción mutua. Y esta base es el matrimonio. Para el matrimonio no es suficiente: “me gustas”, “compartimos algo más”…, es decir, no es una pareja sin más, es un darse al otro basándose en un compromiso.
¿Hoy en día nos hacemos la pregunta de si existe diferencia entre casarse o simplemente vivir en pareja? Personalmente es una pregunta que me interpela en muchas ocasiones ya que se tiende a anular la diferencia, y no distinguimos lo que es un verdadero compromiso. A raíz de esto, conozco el caso de unos amigos que han decidido vivir juntos. Ella ha dejado su ciudad, su familia, sus amigos, es decir, todo; para ir a vivir a donde él reside. ¿Quién deja todo por alguien si no es para comprometerse? Siento que en ellos hay un deseo de compromiso, aunque ese deseo teme hacerse explícito, a hacerse público, excusándose en múltiples justificaciones.
El matrimonio es la decisión de formar un nosotros, el amor entre un hombre y una mujer que quieren comprometerse y que quieren que ese amor sea exclusivo: tú para mi y yo para ti; pero no un amor cerrado, sino todo lo contrario, con apertura a la vida, en el don de lo hijos y en el bien social. Y todo ello en torno a una promesa de fidelidad en un para siempre, que supone la aceptación mutua y un vivir contigo pase lo que pase. Esto es lo que consolida el matrimonio, el darse, el entregarse, el reconocerse vulnerable al otro. Lo comunicaba muy bien Antoine Exupery en su famosa obra El Principito:
El Principito, diálogo con el zorro (XXI):
Este es el amor que caracteriza al matrimonio, y el que conlleva a allanar el terreno para un firme compromiso.
Este camino implica para ambos renuncias pero se basa en apostar por un compromiso haciendo el mayor uso de su libertad personal: compartir un hogar, pertenecerse mutuamente y exclusivamente renunciando a cualquier acto que amenace su relación, entre otras cosas. En palabras del conocido psiquiatra Paulino Castells: “El matrimonio no es con lo que uno puede experimentar para ver si le va bien y después decide si se lo queda; es más bien algo por lo que uno se decide con una promesa y después pone todo su empeño en conservarlo” .
Artículo escrito por Mª del Carmen González Rivas, Psicóloga. Centro de atención Psicológica y Familiar Vínculos.