La decisión fue tomada después de que la televisión estatal noruega emitiera un documental de televisión en el que se expone el carácter absolutamente anticientífico de la NIKK y su investigación.
El productor de la serie es Harald Eia, un presentador noruego que trabaja de forma similar a Jordi Évole en España, que había adquirido cierta popularidad en Noruega con sus programas de televisión . Además de ser presentador, el Sr. Eia también tiene una licenciatura en ciencias sociales. Estaba intrigado por el hecho de que, a pesar de todos los esfuerzos de los políticos e ingenieros sociales para eliminar los «estereotipos de género», las chicas seguían optando por profesiones «femeninas» (por ejemplo, enfermeras, peluqueras, etc), mientras que los varones seguían siendo atraídos por » carreras masculinas «(por ejemplo, la de técnicos, trabajadores de la construcción, etc.), las políticas de «igualdad de género» hicieron que la tendencia fuese más acentuada. Recordemos que estas políticas siempre han defendido que los sexos son roles que se adquieren por la cultura, entorno.., es decir, que no se nace hombre o mujer, sino que se «hace».
En su documental, Eia va, en compañía de un equipo de cámara, y realiza algunas preguntas inocentes a los principales investigadores y científicos de la NIKK. Luego tomó las respuestas y las transmitió a los científicos líderes en otras partes del mundo, sobre todo en el Reino Unido y los EE.UU., pidiéndoles su parecer sobre los resultados de sus pares noruegos. Como era de esperar, los resultados de la «falsa ciencia» provocó regocijo e incredulidad entre la comunidad científica internacional – sobre todo porque se basaba en la pura teoría, no apoyada por ninguna investigación empírica. Eia, después de filmar esas reacciones, regresó a Oslo, y les mostró a los investigadores Nikk. Resultó que, cuando se enfrenta con la ciencia empírica, los «investigadores de género» se quedaron sin habla, y totalmente incapaz de defender sus teorías en contra de la revisión de la realidad.
Lo que es más, la falsedad quedó en ridículo delante de toda la audiencia de televisión, y la gente empezó a preguntar por qué era necesario para financiar con 56 millones de euros de dinero de los contribuyentes una ideología basada en «investigación» que no tenía credenciales científicas en ninguna parte.
Al final resultó que, unas inocentes preguntas fueron suficientes para derribar la farsa de la «Teoría de Género». Esperemos que la lección la aprendan en otros países, o en la UE y la ONU, donde esta ideología domina los pasillos del poder …