Esta ha sido otra semana más de confinamiento general. Hay quienes ya se están acostumbrando a las nuevas rutinas, con horarios organizados y nuevas actividades programadas para cada día. En contacto con nuestros seres queridos mediante el teléfono y las videollamadas, recibiendo las actualizaciones generales de la situación pandémica con la mente puesta en un punto muy concreto: la deseada vuelta a la normalidad.
Esta semana hemos celebrado, desde casa, dos días señalados en cada calendario anual: el
Día Internacional del Síndrome de Down y el
Día Internacional de la Vida. Puede parecer una paradoja que, en una situación de epidemia global que está acabando con la vida de miles de personas, podamos
celebrar un canto a la Vida. Pero no es ninguna paradoja.
Cada año celebramos estas fechas, y cada año, con coronavirus o sin él, 100.000 humanos no nacidos son víctimas de la tragedia del aborto en España -274 cada día-, entre ellos, la práctica totalidad de los que parece (y digo bien ‘parece’) que son -no que serán- Síndrome de Down.
Puede parecer también una paradoja que esta crisis sanitaria esté siendo especialmente grave para las personas más mayores, justo en medio de la tramitación de una ley de Eutanasia en España para acabar impunemente con la vida de éstas.
Una sociedad ‘inclusiva’ que discrimina la Vida
El respeto a la vida humana, en definitiva, puede parecer una paradoja en la sociedad a la que pertenecemos. Una sociedad que proclama a bombo y platillo la inclusión a la vez que discrimina la protección de la vida en función de su etapa de desarrollo, de su número de cromosomas, de su estado de salud, de su edad.
Estos días valoramos y admiramos más el esfuerzo de todos los que arriesgan su propia vida para salvar la de los demás. Y eso es normal. Que no se nos olvide cuando todo acabe.
Ojalá que la vuelta a la normalidad no se refiera solamente a nuestros quehaceres cotidianos, sino también a la normalidad que supone defender y proteger a los nuestros. Sin peros. Sin condiciones. Sin límites.
Aprovechemos para humanizar nuestra sociedad. Celebremos la Vida. Siempre.
Javier Rodríguez
Director General del Foro de la Familia