En España se tramitará una ley de Eutanasia. A pesar del rechazo de la comunidad médica. Sin informes, sin consejos. Hurtándole a la ciudadanía el imprescindible debate público que requiere un tema así. Así, España tramitará una ley de Eutanasia.
No ha sido, ni mucho menos, el primer intento. Pero sí el primero en que la ideología se ha impuesto por encima de todo para introducirlo en la agenda parlamentaria. Han conseguido que les cuadre la aritmética y no han esperado más. No es casual. Un asunto tan importante y significativo como es la Vida humana presenta muchas facetas más allá del carnet político de cada uno.
Nos hallamos, además, en un momento propicio para este tipo de actuaciones. La sociedad, especialmente los jóvenes, viven en la vorágine. Apenas se leen con calma los 240 caracteres de un tuit, ¡cuánto menos se toma un rato para reflexionar sobre lo que se presenta, sobre todo si se necesita un esfuerzo intelectual y de formación para analizarlo!
En esas 240 letras, en preciosas imágenes con titulares sin nada detrás, en vídeos llenos de emotividad que muestran casos particulares como generales para movilizar a una sociedad a la que se le quiere cambiar la razón por el sentimentalismo, a la que se le impone lo subjetivo sobre lo objetivo, está la clave.
Porque en un debate sereno, escuchando a los expertos, a los que están al lado del que sufre hasta su hora final, se vería otra cosa. Si se hablara sobre la realidad de los apenas seis países que han legalizado la eutanasia, de su evolución de esos casos controlados a la eutanasia infantil y casi en cualquier circunstancia… Si se hablara, si se reflexionara…
Y esta es precisamente nuestra tarea. Que se hable, que se reflexione. Que el debate hurtado por interés político e ideológico llegue igualmente a la calle. No sólo esta semana, ni cuando los trámites parlamentarios dejen algún titular. Siempre.