España mira impasible como cada informe sobre población o demografía, del INE, de Eurostat…, arroja datos más preocupantes y desoladores.
Incluso hay quien intenta justificarlo o relativizar su importancia porque «es un fenómeno europeo o global de los países desarrollados«. Y ya está. Lo malo es que no está solucionado. El problema sigue allí y explotará inexorablemente dentro de unos años sin que nadie parezca interesado realmente en evitarlo.
Europa, los «países avanzados» que sirven de cobertura a la inactividad, no se ha quedado de brazos cruzados. En mayor o menor medida, se están promoviendo políticas para incentivar la natalidad y ayudar a las familias con hijos. Así, en Alemania, el Estado paga 184 euros al mes por hijo, cantidad que se eleva a partir del tercero; en Francia, a partir del segundo retoño, los padres reciben mensualmente 153€, 357 por el tercero y 543 por el cuarto; en Irlanda, se entregan cada mes 130€ por hijo…
También Hungría está realizando una inversión enorme en la familia, buscando no sólo aumentar la natalidad, sino fortalecer la familia, con medidas que deberían ponerse en práctica en más países. La última en subir la apuesta ha sido Polonia, que pagará a los padres una mensualidad equivalente al 22,5% del salario mínimo en este país.
Revertir el invierno demográfico no dependerá sólo de la inmigración. Es cierto que en estos últimos años la población española ha aumentado gracias a este fenómeno. Pero en 2019 entraron más de 600.000 personas y salieron otras 300.000. El día que ciclo económico cambie…