Ya sabemos que la propuesta puede chocar, pero ya que estamos metidos en la vorágine de celebrar un día para casi todo (día de la tierra, de las enfermedades raras, de la mujer, …), ¿por qué no celebrar el Día del Matrimonio?
Sería una buena forma de hacer visible una convivencia que hace felices a las personas y que supone una fuente de estabilidad para los hijos. Son mayoría las personas que viven en matrimonio, pero no son visibles. Es más visible y llamativa la ruptura, el desencuentro, pero ¿no sería bueno que se percibiera que hay muchos y muy buenos matrimonios? ¿No podría suponer ese día una fuente de aliento o una invitación a la convivencia ordenada y responsable de la pareja?
Vivimos en una crisis de confianza en el matrimonio. Es habitual que cuando a unos jóvenes les preguntas si se van a casar, contesten con un “¿Casarse?, ¿para qué?”. La respuesta a esta pregunta es difícil y se necesita mucha preparación para hacerlo, pero podría sustituirse con una presencia pública de matrimonios felices. Si sólo vemos fracasos personales, no nos sentimos invitados a seguir ese ejemplo. Ahora bien, si vemos superación de dificultades, egoísmos superados, generosidad y sacrificio y además con una sonrisa, quizá sí nos llame la atención y queramos preguntar sobre “la fórmula”. Simplemente eso ya sería mucho.
Quizá sea una propuesta descabellada, quizá a la ONU no le interese lo más mínimo, quizá las parejas de hecho se sientan ofendidas, quizá otras formas de convivencia quieran sentirse concernidas, quizá… Pero todo eso lo damos por descontado. Ya sabemos que no se quieren matrimonios estables, que se facilita, e incluso se alienta, la ruptura sobre la estabilidad. También sabemos que a los niños se les deja psicológicamente desprotegidos cuando hay un fracaso matrimonial, y un niño desprotegido será un joven débil y un adulto sin criterio. Y sabemos, en fin, que si matrimonio es todo, entonces matrimonio no es nada.
A lo mejor la sola propuesta abre el debate y suscita el interés. ¿Lo pedimos?